El grupo de danza folklórica apuesta al trabajo en el tiempo y aporta día a día a la cultura local. Este mes celebra 30 años en escena.
Por Faustina Plano
El grupo de ballet “Secretos de mi tierra” tuvo sus orígenes en mayo de 1992 de la mano de Celia Di Capua. Tres décadas después El Impreso del Oeste habló con su precursora para conocer la trayectoria de la agrupación, su presente y sus proyectos futuros.
“Yo daba clases de música en la escuela primaria de Totoras, donde siempre daba un lugar especial a la parte folklórica. En los actos intentaba reflejar está pasión”, comenzó relatando Di Capua.
“Realizaba encuentros una vez al año, hasta que fui formando grupitos en la escuela de niños que les gustaba bailar. En ese momento, me pidieron que enseñara a la población en general, entonces el padre Primo me prestó el salón parroquial y empecé a dar clases ahí. Un grupo de gente mayor y un grupo de niños: así empezó este proyecto”, continuó.
Ante la gran respuesta de la población, Celia explicó que debieron mejorar en las enseñanzas. “Si bien yo era una persona idónea en el folklore, después nos comenzamos a capacitar con mi hija para aprender más. Íbamos a Rosario a profundizar nuestros conocimientos. Ella me acompañó hasta el 2000, luego continuó mi otra hija que sumó la parte contemporánea a sus clases”.
Primeras convocatorias
Si bien con el tiempo se fue expandiendo la cultura del folklore, en los años ’90 aún no estaba instalada en pueblos como Totoras. Desde el ballet, debían romper esos paradigmas para que más personas bailen. ”Al principio no eran tantos. La gente no estaba acostumbrada y costaba que se acercaran. Ahora vos vas a la peña y ves que todos bailan, no se fijan si está bien o no. Sueltan lo que tienen adentro, eso es muy lindo”.
Celia contó que el ballet infantil fue creciendo y que luego sumaron a personas de mediana edad y jóvenes. “Teníamos todas las edades. En un momento, el municipio me invitó a hacer un taller, entonces pasamos a practicar en el Centro de Cultura”.
Los jóvenes del ballet, participaron y ganaron competencias provinciales y nacionales. Tan es así, que hoy resulta común ver alguna pareja en el escenario de Cosquín.
Di Capua comentó que para las competencias “siempre se hacía un proyecto, planificamos durante el año una serie de actividades que atraparan a los alumnos por lo menos a mantener el grupo, ya que no era nada fácil. Así era cómo íbamos a muchas competencias, tenemos muchos premios” .
Además, la docente recalcó que siempre se intentó representar la cultura totorense. “Estamos dedicados a hacer cuadras argumentales, por ejemplo con la Fiesta Nacional de la Leche hicimos “El Tamberito” y “Las vaquitas picaronas”, bailes que han tenido muchos premios.
“Hemos concursado en el Teatro El Círculo. Muchos chicos también bailan en Cosquín. Concursan en enero y se quedaban allí el mes de febrero para bailar durante todo el festival representando el ballet oficial. Bailar en esos escenarios es uno de los mayores logros, ya que estando en Cosquín tenés muchas oportunidades de que te seleccionen para otros eventos”.
Celia explicó que en el folklore es muy común que haya contratos luego de una buena presentación. “Siempre participamos de la Fiesta Nacional de la Leche haciendo la apertura. Cuando vino Soledad, nos eligió para hacer una audición en Arequito. Tres bailarines entraron y bailaron para ella.”
Si bien el ballet es popular y sus integrantes son constantemente convocados para eventos regionales tanto públicos como privados, siempre se hacen un lugar para su pueblo. “Cada vez que podemos participamos de eventos de Totoras. Lo hacemos, como una devolución al apoyo que siempre tuve cada vez que solicitamos colaboración. Todas las instituciones, empresas y comercios cuando hacemos algo siempre nos ayudan. Debemos hacer una devolución”.
Dentro del ámbito regional, fueron el único grupo que logró mantenerse en el tiempo: “Los reconocimientos me hacen muy feliz. Siempre intenté que todos tengan la posibilidad de participar, sobre todo de viajar”, enfatizo la docente.
Actualmente, muchos de los que quedaron en el ballet son quienes comenzaron. Esto llena de orgullo a Celia ya que los vio crecer no solo artísticamente, sino en su vida particular. “Siento que son parte de mi familia, uno siente mucho cariño por lo que está formando”.
Tal es el amor que han desarrollado por el folklore, que semana tras semana buscan la manera de encontrarse pese al trabajo, la familia y los estudios. “Está semana ensayaron un domingo a las 19, tienen trabajo y familia. Ellos son profesores, entonces no necesitan un docente. Yo voy a los ensayos y solo observo, doy mi experiencia y mi visión técnica, también los incentivo y ayudo para que ellos puedan lograr sus objetivos”.
Los festejos
“Durante este año vamos a ir programando distintas actividades para poder invitar a todos los que pasaron durante estos 30 años que son muchos. La primera actividad será un té bingo folklórico, donde haremos tortas fritas y pastelitos, matizados con danzas folklóricas. También quieren hacer un baile gigante, invitando a todas las escuelas” explicó Celia, y agregó que “además queremos hacer un almuerzo con los ballets amigos de la zona”.
Desde el municipio de Totoras, hicieron un reconocimiento muy especial por representar a la “cultura totorense” de la mejor manera durante estos años. Desde el Área de Cultura de la Municipalidad de Totoras le entregaron una placa a Celia y compartieron un desayuno junto a ella.
“Crei que ahora se está perdiendo mucho la cultura del folklore, en las escuelas también. Vos podes dar música a través del folklore, adecuando a una o dos danzas durante el año. Prácticamente hoy no se da. Cualquier maestro lo puede hacer. Me duele ver que está perdiendo la cultura”, lamentó Di Capua.
Sin embargo, Celia apuesta que esta historia pueda torcerse. “Estoy supeditada a estos chicos, a que este grupo continúe. Hoy una de las profes está formando un grupo de chicos más pequeños, y eso me encanta y trato de apoyarla en todo lo que puedo”, mencionó.
El presente
Actualmente se encuentran realizando cuatro cuadros. Uno de ellos lo hizo Juan José Marco, un bailarín de Totoras muy reconocido, que durante la pandemia estuvo en la localidad.
“Lo titulé ‘Pueblo’ por qué utilizamos todos los colores de la bandera whipala. También hay un cuadro que se llama ‘Trayecto’, que tiene partes de malambo varonil y de malambo femenino”, finalizó la docente.
Mientras preparan los festejos por sus 30 años, el grupo tiene en vista distintos eventos que se realizará próximamente en los que participaran. Siempre, con una misión clara: llevar el folklore y la bandera de Totoras lo más alto posible.