La joven rosquinense recibió un riñón de su madre. Con una notable actitud positiva hacia el trasplante y la donación, contó su experiencia.
Por Chino Zanello
Este lunes 30 de mayo, como todos los años, se celebró el Día Nacional de la Donación de Órganos, en conmemoración del nacimiento del hijo de la primera paciente que dio a luz después de haber recibido un trasplante en un hospital público de nuestro país.
Hace tres años que Argentina cuenta con la “ley Justina” en homenaje a Justina Lo Cane, la niña de 12 años que falleció el 22 de noviembre de 2017 a la espera de un corazón. El 26 de julio de 2018 su nombre se convirtió en justicia para miles de personas que ahora pueden recibir una donación. La ley 27.447 dispone que “toda persona mayor de 18 años” es donante de órganos y tejidos salvo que haya dejado constancia expresa de lo contrario.
De los siete órganos principales que se pueden donar, hay tres que pueden donarse en vida: riñón, hígado y médula ósea. Los cuatro restantes: corazón, pulmón, páncreas e intestinos; se donan desde una persona fallecida.
Historias que se multiplican
Maia Rodríguez nació el 17 de septiembre de 1980. En mayo del ’90 por un cuadro severo de fiebre y vómitos, la internaron en El Trébol. En esa instancia le detectaron la bacteria Escherichia coli. “Como la bacteria estaba afectando mucho mis riñones, el doctor Livio Lépore me derivó al Hospital Victor J. Vilela de Rosario con el diagnóstico de Síndrome Urémico Hemolítico” recordó Maia, en diálogo con El Impreso del Oeste.
“En Rosario estuve 32 días internada, de los cuales pasé varios en terapia intensiva” agregó. “Estuve al borde de la muerte. Salí adelante con un tratamiento específico y el gran equipo de profesionales de la medicina. Después de ese mes tan grave, el diagnóstico era más severo aún: Insuficiencia renal crónica” aseveró.
¿Llegaste a diálisis?
No llegué a diálisis porque yo me había negado rotundamente. Siempre supimos que la primera opción era el trasplante. Cuando estuve internada en Rosario, siendo muy pequeña, los médicos le aclararon a mi familia que iba a ser necesario un trasplante renal. A partir de ahí tanto mi mamá como mi papá se hicieron el estudio de histocompatibilidad y ambos resultaron compatibles. De hecho, cuando tuve la junta médica con el equipo de nefrólogos, les dejé muy claro que no quería pasar por diálisis. Fue una decisión absolutamente personal, nunca quise depender de cables. Gracias a la ciencia que existen esas máquinas porque permiten seguir vivendo, pero yo me negué a la diálisis.
¿Como llega tu mamá Elsa a ser la donante?
Nunca hubo en casa una reunión familiar para determinar quién era el o la donante del riñón. Siempre supimos que iba a ser mi mamá. En realidad porque mi papá desde muy joven trabajó en el campo con las fumigaciones, en contacto con agroquímicos. Fuí yo quién insistió que papi era entonces la segunda opción. Mami era una mujer sana, lo que me daba una mayor seguridad.
La compatibilidad con ella fue muy alta y juntas encaramos la esperanza de una mejor calidad de vida. Es muy importante el apoyo de la familia y estoy super agradecida.
El transplante
En el mes de mayo de 2014, comenzaron los estudio pre quirúrgicos. Maia en ese entonces tenía 24 años. “Los valores de los análisis ya dieron muy alterados, los comunes es decir urea y creatinina. Los dos riñones ya estaban fallando y el deterioro era agudo”, contó recordando el momento con lágrimas en los ojos.
“La intervención se hizo el 16 de diciembre de ese año en la Clínica de Nefrología y Urología de la ciudad de Santa Fe. En ese lugar me atenderon desde muy pequeña. Mariano Arriola y Luis Gaitey eran mis médicos. Hasta la actualidad sigo atendiéndome Arriola en el Hospital Cullen” expresó la joven.
“Fueron días muy intensos. Jamás me olvidaré de todo lo que viví. Porque el 13 de diciembre era la noche de graduación de mi hermano en Centeno y el 14 el día de cumple de mi papá. Recuerdo que entre risas le consulté al médico si podía comer de todo en esas noches que eran las previas al trasplante. Me dijeron que sí, pero destacaron que era muy importante respetar los horarios de cada medicamento. Para mí era el permiso glorioso para disfrutar de dos cenas con todo en la previa del día más importante de mi vida”, comentó Maia.
“Ese 16 de diciembre, después de la intervención, me desperté en el ascensor cuando me trasladaron a terapia junto con mami. Otra vez juntas tuvimos que permanecer en terapia intensiva solo por precaución. Las dos evolucionamos muy bien. Después de esas 24 horas nos pasaron a sala común. Era notable. No dejaban de pasar todos los médicos, también el equipo de los residentes. Mami estuvo cinco días internada y yo en total, siete”.
Otro de los momentos más fuertes, fue el regreso a Cañada Rosquín. “Me sigo emocionando hasta el día de hoy porque, volví en Nochebuena. Tuvimos que cuidarnos mucho por la cantidad de personas en casa. También debíamos respetar una comida especial. Yo estaba aislada en mi dormitorio. Y hay un episodio que quiero contar. Mi sobrino Aquiles tenía 6 años, me miró y preguntó: ‘Tía, ¿Vos qué le pediste a Papá Noel?’. Lo miré y le respondí: ¡Un riñón!”.
Desde entonces Maia evolucionó favorablemente. Pese a que todo está bien, cumple con los controles de rigor cada cuatro meses y vive plenamente su vida. “En lo personal fue un cambio rotundo del ciento por ciento. Hasta en las cosas más básicas como poder subir un bidón de agua a la mesa. Poder levantar a mis sobrinos. Dejar de tomar ocho medicamentos por día. Comer un asado con la familia o con mis amigas”.
¿Hay concientización de la importancia de donar órganos?
Creo que no hay mucha conciencia de la donación. Se desarrolla el tema un día en todos los medios y tiene gran repercusión por el caso de Pablo, el niño rosarino que necesitaba con urgencia un trasplante de hígado por sufrir una hepatitis grave infantil. Todo el mundo salió a hablar de la donación por tres días consecutivos y luego nos olvidamos. También está el tema de las obras sociales que no cubren los estudios de compatibilidad que son tan importantes. Después las listas de espera y los tiempos que no se pueden entender hasta que no estás en ese momento. Otro de los factores fundamentales es que se incorpore el tema en las escuelas. Si lo desarrollan es muy por arriba. Es necesario dialogar, debatir en el aula, rescatar historias, ampliar detalles de los números y las cifras de donantes y donación de órganos en el país, la provincia y la región. Sería un hecho concreto para concientizarnos.
Es por todo esto que son valiosos los motivos para conmemorar el Día Nacional de la Donación de Órganos. Desde los medios hacerlo a través de la palabra de Maia, por ejemplo. Ella reafirmó una actitud positiva hacia el trasplante y la donación. También brindó desde su testimonio un reconocimiento a los y las donantes que hacen posible que miles de personas tengan una nueva oportunidad.
El trasplante es una oportunidad única de vivir o de mejorar la calidad de vida para las miles de personas que siguen esperando.