Por Natalia Milocco
Sant´Antoni patagnú fantrú lo que perdú. Cada vez que alguien pierde algo, mi abuela repite esa oración en lombardo invocando a San Antonio, el patrono de las cosas perdidas. Ella sabe decir esas palabras casi cantando, y cuando ella hace eso las cosas aparecen. Repetí esa frase en silencio al abrir la casilla de mail buscando un relato perdido. Sabía que en esa carta había una historia y esa historia comenzaba así:
“Estábamos en Pontevedra, Galicia. Fuimos ahí porque Roy necesitaba hacer unos trámites familiares, a los pocos días de nuestra llegada decidió llevarnos hasta Mohania para encontrarnos con un amigo suyo, Luis. Luis me contó varias historias, y de eso quería escribirles.
Antes de empezar quisiera que imaginen Galicia. Todo es bosque, lluvia y piedras talladas, en donde se mezcla la simbología celta y la cristiana. Una vez que uno pasa por el túnel cubierto por vegetación e ingresa a tierras gallegas, es posible que, de manera casi súbita, uno empiece a creer en meigas, elfos y en “La santa compaña”. Según Luis, hay meigas negras y meigas blancas, infelizmente las negras son las malas. Y cada quién, en Galicia, tiene su santo, pero también su bruja, y no hay familia gallega que al menos no tenga una. La mamá de Luis era una meiga blanca, una de las buenas, que manejaba el arte adivinatorio y del conjuro con sutileza doméstica. Una vez vio venir a un perro flotando. Atardecía, pero pudo ver con claridad, como un perro pequeño de color blanco, flotaba por el camino rural para doblar luego hacia la casa de su vecino. Las meigas saben leer señales y ese día supo que un perro flotando no puede ser señal de nada bueno, el niñito del vecino empezaba a morir, y escucho gritos y llantos desde el otro lado del camino. Supo también de la maldición de una vecina, que fue esa misma la razón por la cual, sus vacas ya no dieron leche, esa vez no quiso levantar la perdiz, y simplemente lanzó un conjuro al cielo “lo que desees para mí, que sea para ti”, y eso bastó para que las vacas de la fulana enflaquecieran de un día para el otro.
La siguiente historia que me contó fue la del Apóstol Santiago, y me dijo, mira niña que tu podrás leer muchas historias sobre Santiago, pero esta no está en los libros y es lo que verdaderamente sucedió. Se cuenta que este tal Santiago se encontraba en alguna parte del África evangelizando y su intención era llevar la palabra de Cristo a lo que en nuestros días llamamos España. Pero el apóstol es asesinado antes de salir del continente africano por los romanos, quienes le cortaron la cabeza. Santiago antes de morir, dejó dicho a dos de sus séquitos que, en los días siguientes, se irían a encontrar con señales que les indicarían el lugar en donde debería ser enterrado. Una vez muerto el apóstol, estos dos seguidores iniciaron el viaje cargando el cuerpo de Santiago en espera de estas señales. Llegando a tierras cercanas a Siria o el Líbano, estos se encontraron con la primera señal: sobre el mar flotaba un barco construido en piedra. Estos hombres que ya no daban crédito a lo que veían sus ojos, se subieron en el barco de piedra que los llevaría hacia las costas de Galicia. Apenas pisaron estos suelos, la reina de estas comarcas, se enteró y no le cayó nada bien que sus tierras fueran pisadas por un par de cristianos pata-sucias, rápidamente, les mandó sus perros más feroces para que los mataran. En Galicia se cuenta que estos perros, estando a tan solo unos centímetros de distancia, se volvieron buenos. Esa fue, la segunda señal. La reina, al ser testigo de tales hechos, decidió brindarles los medios para que encontraran el lugar en donde le darían a Santiago sepultura, pero nada más se supo de estos dos hombres y del cuerpo del apóstol.
Era el año 1000 dc. y en Europa corría el temor por la inminente llegada del fin del mundo; ese mismo año fueron encontrados los cuerpos de tres hombres. Parece que estos pertenecían a un caballero y sus dos soldados, que luchando por una razón que ya olvidé, perdieron literalmente la cabeza. Un rey de aquellos tiempos encontró en este hallazgo el modo de calmar ese temor enloquecido. Y se dijo: tres cuerpos degollados, deben ser Santiago y sus dos seguidores. Inmediatamente comunicó el hallazgo al Vaticano o a alguna entidad semejante, encargada de los tramites de santería. Pidió a su santidad el permiso para construir allí, una catedral con su nombre y ya que estaba, algún beneficio. Siendo el fin del mundo la vedette de la época; el Vaticano le asignó en un trámite exprés: a Santiago la categoría de santo, el lugar para su culto, y de yapa, el beneficio solicitado: aquel que llegara a Santiago sería perdonado de todos y cada uno de sus pecados. Multitudes enteras se alzaron por los caminos para ser tocados por esta gracia y según Luis, debe haber sido un buen negocio porque el fin del mundo se postergo por unos 20 años.
El mundo siempre amenaza en terminarse y es por eso que cada cuatro años es año santo en Santiago de Compostela. El día antes de cruzar la gran puerta, los peregrinos se bañan en unas de sus fuentes, lavan principalmente sus genitales y ya limpios se disponen a cruzar el portal, en donde los esperan confesores de todas las lenguas.
Otro apóstol llegó a las tierras gallegas y fue el apóstol Andrés, quien construyó en el nivel más alto del mar una iglesia, en Teixido. Este apóstol sí estuvo evangelizando por estas tierras y viendo como Dios congraciaba a Santiago sin siquiera haber llegado a hacer su trabajo lo interrogó, según Luis estas fueron sus palabras: “oye tío que a la Iglesia de Santiago peregrina todo el mundo, y yo que he construido una iglesia muy linda ¡nadie la visita!” y Luis agregó “con una fuente rodeada de hierba para enamorar, una hierba muy bonita, que ha quién se la des de beber, se enamorará de ti.” Viendo Dios que Andrés estaba en lo cierto, le dio una gracia aún mayor, y es así, que desde aquellos tiempos en Galicia se reza: San Andrés de Teixido, irás de muerto si no fuisteis de vivo. Aquel que transite sus caminos lo hará con el cuidado de no atentar con la vida de ningún animalito; porque se dice, que los animales son los medios por los cuales las ánimas encuentran el camino a San Andrés de Teixido. Sin embargo, los lugareños fueron encontrando otros modos de avisar a las ánimas sobre el camino indicado; cualquiera que quiera visitarlo, seguro lo encontrará: para los vivos hay carteles blancos escritos en negro, y para las ánimas, para los muertos, carteles negros escritos en blanco.
Luis hizo una pausa, retiro su cuerpo hacia atrás, tomó un sorbo de cerveza y esperó. Suplicando lo dije: ¡Quiero ir a Teixido! Apoyó el vaso sobre la mesa, inclinó su cuerpo hacia adelante y sonriendo hacia un costado me dijo: Irás”.San Antonio desnudo hazme encontrar lo que perdí, reza mi abuela en ese dialecto. Ella sabe, que para encontrar lo perdido, hay que desnudar a un santo.