Por Ruben Eduardo Kelo Moreno
Argentina está recorriendo viejos caminos actualizados en el mismo laberinto, poniendo trabas con ideas y acciones de gobiernos, con diferencias que no son tantas a la hora de buscar la salida.
La gobernación anterior cerró fábricas y éste las abre. Hay síntomas económicos cuando a un empleador le cuesta pagar los sueldo y a los empleados no les alcanza para vivir dignamente. Hay un quiebre, hoy al mismo empleador con el crecimiento macro le es fácil y no lo afecta pagar un sueldo, pero al trabajador no sólo no le alcanza, sino que lo pone al límite de la pobreza. Tenemos que hablar, como siempre, de que estos modelos económicos siguen siendo garantizados por los mismos.
Tener esta mirada de ninguna manera quiere decir que el anterior deber volver como solución, sino todo lo contrario. Considero que se profundizaron los problemas y nada hace pensar que la situación no cambie en el futuro.
La ideología del modelo económico vigente plantea proyectos peligrosos para una sociedad que no aceptaría la quita de derechos, salvo algunos sectores que cree que el facilismo político y frases vacías de realidad le va solucionar lo que tanto le preocupa desde un lugar privilegiado.
Este gobierno, lleno de inseguridades, rompió la memoria y se olvida que fue votado en su mayoría por los sectores más necesitados. La pandemia, la guerra, los malos antecesores no deben seguir garantizando las dualidades de la malas prácticas políticas que siguen profundizando la desigualdad. Es fácil torcerlo desde un dunita con una bandera, hasta la opinión de alguna acción mediática. Pero se vuelve soberbio con sus pares volviendo al pensamiento único como una verdad revelada.
A lo mejor, vivimos en un país diferente a ellos. El dolor se profundiza al ver trabajadores sacrificados por esas empresas de los mandados, los comedores barriales que crecen aceleradamente, los refugios de hermanos en situación de calle, las miserias que reciben los comedores escolares, el crecimiento de barrios humildes, a los que no les alcanza para alquilar dignamente por los abusos de los propietarios, los que revuelven buscando qué comer y todo lo quieren solucionar con limosnas.
La tristeza se agiganta, se hace más visible en este país real. En el otro país, el Estado subsidia y aporta fortunas sin miramientos, petroleras, mineras. Todo su desarrollo de la fracasada teoría del derrame. Hay dos líneas de pensamientos paralelos que se juntan en los que pugnan por el poder.
El pasado 25 de mayo, los curas de Opción por los Pobres afirmaron que “el gobierno se ha olvidado de los pobres”. Del otro lado, queda el “derecho” a morir de hambre. Si la política representativa no deja de estar confundida y logre hallar la salida a tantos laberintos, se volverán a repetir hechos históricos que dejaron mucho dolor y tristezas a la tan manipulada Argentina.