Se cumplieron 70 años del fallecimiento de María Eva Duarte, una mujer que se ganó el amor del pueblo, dignificando.
Por Manu Abuela
Aclaremos esto de entrada: Evita era feminista. Quizás no de la forma que entendemos el término actualmente, pero es innegable que influyó de forma directa y significativa en la construcción de un poder popular y real de las mujeres, feminista en sus entrañas. Lo dijo durante la gira presidencial en Madrid:
Pensemos: una mujer que en 1940 se convertía en una figura política tan importante, era muy difícil de ver. Y más aún, mujer y pobre, que comenzó su carrera como artista y terminó en el balcón presidencial hablando para una multitud que la amaba como a su propia madre. No, no sólo era difícil de ver para la sociedad en general, sino más aún para el sector oligárquico, aporofóbico y acostumbrado a que “las mujeres de los presidentes” sólo debían ocuparse de las cosas de la casa, de los hijos y de la beneficencia. De allí, esa pasión que despertaba, de admiración y gratitud eterna para algunos, mientras que para otros el pulso firme para escribir “viva el cáncer”.
Los inicios
“Cholita”, como fue apodada por su familia, o “Chinita” como le decía tiernamente el general, nació en Los Toldos el 7 de mayo de 1919. Fue la menor de 5 hermanos, todos hijos extramatrimoniales de Juan Duarte y Juana Ibarguren. Pesaba mucho en la sociedad conservadora de primera mitad del sigo anterior ser “hija natural” o “bastardos”, y ese peso recayó sobre Eva y los suyos.
A comienzos de 1930, Juana y sus cinco hijos se mudaron a Junín, donde se hicieron cargo de un comedor. Pero en 1935 Evita decidió cumplir su sueño y viajar a la gran ciudad para convertirse en actriz, con sólo 15 años. Anhelo que pudo concretar, pero con mucho esfuerzo, comenzando con papeles secundarios en teatro, cine, pequeños bolos en radiotearo.
Su emigración hacia Capital Federal coincidió con la de muchos trabajadores que llegaban allí destinados a convertirse en mano de obra barata en las incipientes industrias, producto de la crisis económica generada por el período de década infame (1930-1943) que lideró de facto el país. A estos migrantes, las clases medias y altas los denominaban de forma racista “cabecitas negras”. Justamente a ellos, los primeros en las filas peronistas, en años posteriores. Eva los conoció de cerca, vivió en pensiones junto a ellos en esos momentos donde su carrera artística comenzaba.
Eva y Perón
Ya para inicios de 1940 Eva logró sostenerse económicamente a costa de su trabajo como actriz, especialmente siendo parte de reconocidas películas y obras de radioteatro, logrando salir de las pensiones para vivir en un departamento propio.
Su carrera iba en ascenso, pero en ella ya estaba esa chispa de líder política encendida. De ello da fe su participación en 1943 como una de las fundadoras y del primer sindicato de los trabajadores de la radio ARA (Asociación Radial Argentina) y la primera presidenta de la entidad ¿Coincidencia?
Y fue en ese contexto que el 22 de enero de 1944, en un evento realizado por la Secretaría de Trabajo y Previsión en el Luna Park a beneficio de la provincia de San Juan que había sufrido un terremoto, cuando el entonces secretario Juan Domingo Perón y Eva se conocieron. El general contaría años posteriores este primer encuentro de la siguiente manera:
Así, la joven Eva de 24 años y el viudo Perón de 48 comenzaron su relación, proliferando de forma separada en sus actividades: ella como actriz y él como político. Hasta que el 12 de octubre de 1945 Perón es detenido por el general Ávalos, presidente de facto, y trasladado a la isla Martín García.
Tras el pedido del pueblo y su liberación el 17 de octubre, conocido posteriormente como el día de la lealtad peronista, sus vidas cambiarían por completo y ambos se meterían de lleno en sus carreras políticas.
Sufragio y conducción
Luego de casarse, el matrimonio Perón-Duarte se abocó a las elecciones presidenciales, donde Eva no tuvo un rol pasivo como el resto de “las mujeres de” candidatos, sino todo lo contrario, trabajando codo a codo con él en sus giras por el interior del país. El resultado todos lo conocemos, ya que Juan Domingo arrasó obteniendo el 54% de los votos, aproximadamente 300 mil votos de diferencia sobre la fórmula Tamborini-Mosca.
Unos días después de dicho triunfo, cuando pronunció su primer discurso político, agradeció a las mujeres el apoyo a la candidatura de Perón y exigió la sanción del sufragio femenino, un derecho que igualaba a hombres y mujeres en materia civil. Así lo expresó:
Y así, impulsado por la Capitana (sin olvidar, por supuesto, la lucha de las mujeres de otros espectros políticos como Alfonsina Storni, Elvira Rawson, Julieta Lanteri y Alicia Moreau) el 9 de septiembre de 1947 se promulgó la ley 13.10 de voto femenino. La CGT convocó a un acto en Plaza de Mayo para celebrar, el 23 de septiembre, donde Perón firmó el decreto que promulgatorio delante de la multitud y Evita esbozó un discurso imposible de borrar, donde les decía a sus compañeras que recibía el documento en sus manos en representación de todas, como símbolo de victoria ante una lucha de larga data:
Pero una vez sancionada la ley, Evita creó el Partido Peronista Femenino, con la intensión de recorrer todas las provincias, registrando y empadronando a las mujeres para las elecciones y así poder votar y ser votadas por primera vez. En las 3600 unidades básicas que crearon las censistas, también se realizaba acción social, educativa y cultural, movilizando a las mujeres en la conquista de nuevos derechos.
Trabajo doméstico
En julio de 1948, y tras una pelea con las damas de beneficencia, Eva transforma la caridad para convertirla en derechos desde su fundación: Fundación Eva Perón. Así, se convirtió en la esperanza del pueblo, construyendo escuelas, hospitales, orfanatos, casas de ancianos. Repartiendo juguetes, puestos de trabajo, pelotas de fútbol, zapatillas, máquinas de coser, bicicletas o cajas navideñas para sus descamisados, aquellos con los que convivió.
Las mujeres fueron beneficiarias directa de las políticas que llevó adelante con su organización. Y también de sus reflexiones más profundas en su libro, donde habla acerca del trabajo doméstico. Si bien en aquel momento se había construido un campo teórico al respecto, la Capitana ya esbozaba que:
La razón de mi vida
Si, Evita tenía muchas cosas en claro, en un tiempo (histórico, político, social y cultural) que es muy distinto al actual. Será porque provenía del bajo y prefirió quedarse allí, aún teniendo la posibilidad de subir a la cima del mundo y verlo todo desde arriba, acompañada de las mujeres de sacos de piel. Será porque fue mujer, y vivió la desigualdad de género en un medio tan hostil como el artístico primero, y después el político. Será porque su mamá fue madre soltera y ella la vio criar a cinco hijos sola, sin ayuda de su papá (que falleció a temprana edad), y cargando con el mote de “bastarda” o “escoria” por ser hija natural.
Será por eso, quizás, pero más allá de las suposiciones, lo cierto es que fue la abanderada de los pobres, la que los escuchó y respondió de puño y letra a cada pedido, la que supo ver la coyuntura de su tiempo y adaptarse, y la que convirtió cada necesidad en un derecho. Pero, por sobre todo, una pieza fundamental para igualar en términos políticos a los sexos, entendiendo que este mundo es un poco mejor cuando es más justo e igualitario para todos: mujeres, niños, pobres, ancianos.