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Por amor al séptimo arte

Desde hace siete años, el Cine Club Paradiso invita a los sanjorgenses a explorar películas que corren por fuera de la industria tradicional.

Por Rodrigo Chavez Lagraba

En busca de un espacio alternativo, que pretende mantener viva la experiencia de apreciar el cine desde una mirada crítica y artística, el Cine Club Paradiso se afianza como una opción para salir de casa los jueves a la noche y poder intercambiar apreciaciones en cuanto al arte fílmico. Con entra libre y gratuita, los jueves, cada 15 días, a las 21:30, en el espacio cultural El Galpón – Eva Perón 1932-, se presentan films que, por lo general, no se proyectan en salas. El cine independiente, películas de Europa del este, de Asia, de África y los clásicos, forman parte de la oferta.

De todas maneras, cabe aclarar que la propuesta no busca “combatir” el denominado cine comercial o tradicional, sino brindar una alternativa a los espectadores de la ciudad y de la región. Como muestra de buena convivencia con el cine mainstream, basta señalar que el espacio funciona el único día en el que la sala de cine de la ciudad permanece cerrada.

La propuesta

“El espacio esta armado como si fuera un café concert, aseguró Juan José Chiosso (56), uno de los fundadores del espacio, a El Impreso del Oeste. “Tenés mesas redondas y la pantalla adelante. La gente, mientras mira la pantalla, puede ingerir alguna bebida del buffet. Se hace una presentación de la película, la miramos y después se arma un debate sobre la parte técnica y el contenido del filme”, aclaró Chiosso en relación a la dinámica.

Por otra parte, Martín Fraire (36), co-fundador del espacio, comentó que a los espectadores se les entrega un folleto “que para nosotros es un elemento tangible, algo que te podés llevar un poco de recuerdo, un poco para que esa experiencia audiovisual trascienda al momento mismo y sirva también para compartir”. Además, Fraire aclaró que el espacio no tiene una organización tan rígida y que, cuando existe la oportunidad, se organizan funciones en conjunto con otras organizaciones, como ya se hizo con la Asociación Médica, con estudiantes de secundaria que presentaron sus trabajos audiovisuales o con bandas invitadas las noches de proyección de películas musicales.

Es de resaltar también, que la propuesta no persigue un fin de lucro. “Es un espacio de difusión del arte”, aseguró Chiosso al respecto. Mientras que Fraire explicó que “si nosotros tuviéramos fines de lucro, cobraríamos una entrada o pondríamos una gorra. Lo que nosotros queremos hacer es repetir la experiencia que tenemos cuando vemos cierta clase de películas, discutir el material audiovisual pensando, no solamente en el título de una película, sino en qué momento se hizo, quién es su director, si hay una linea autoral. Buscamos pensar en esas cosas y ponerlas en eje, discutirlas e invitar a que otros piensen aquello que nosotros vimos y, después, aprender de lo que otro vio”.

Una experiencia

“La idea es encontrar espacios para ciertas películas que para nosotros son importantes en la ciudad y que acá, por una razón o por otra, no se encuentran; como la última de Tarantino que terminamos pasando nosotros, previa consulta al cine de la ciudad”, aseguró Fraire. A su vez, explicó que “nosotros consideramos que está bueno que haya espacios que difundan esas películas para que la gente pueda verlas. Y además creemos que hay que recuperar la experiencia de ver algo en pantalla grande, en la oscuridad de la sala, con otra gente con la que vos, quizás, no te vas a volver a cruzar, algo que es el gen y la raíz del cine. Aunque esto de no cruzarte es algo que difícilmente en nuestra ciudad ocurra, porque te volvés a cruzar de una forma u otra, porque nos conocemos, porque se terminó armando una comunidad en el cine club, por suerte”.

Como síntesis de lo explicado, Fraire aseguró que el objetivo es “tratar de sacar, en el mejor sentido, a la gente de sus casas y entender que ver una película de una manera colectiva es distinto a verla en casa”. Por otra parte, Chiosso aseveró que, posteriormente a la última proyección, “hubo gente que había visto la película y la volvió a ver y dijo ‘vi otra película’. Otro me dijo ‘no me animaba a venir porque leí el tema y no me atraía, pero la verdad es que me impresionó’”.

Vida y cine

Si bien pertenecen a diferentes generaciones, por los derroteros de la vida, Juan José Chiosso y Martín Fraire confluyeron en este proyecto promotor del cine alternativo. Pero ¿Cómo nace el amor por el séptimo arte?

“Me gusta el arte todo y el cine tiene la virtud de ser una conjunción de muchas expresiones artísticas”, explicó Chiosso. “Yo iba al cine argentino (Eva Perón y Av. Pellegrini) y estaba el abuelo de Martín, que me daba el folleto cuando entraba, y mirábamos dos películas por función. Era toda una experiencia, mirábamos mucho western, pero no hubo una película que dijera ‘¡wow!’. Sí me acuerdo que los domingos a la tarde miraba películas por los canales abiertos en un televisor en blanco y negro. Me acuerdo de haber visto ‘La Mosca’ y después no dormir durante días. Me gustaba mucho el cine de Vincent Price y de Christopher Lee”.

De todas maneras, Chiosso ubicó el despertar de su pasión por el cine en la ciudad de Rosario. “Tenía salas por todos lados y, cuando tenía un mango en el bolsillo, me metía a ver una película. Ni hablar cuando descubrí el cine club”.

Por su parte, la historia de Martín Fraire con el universo fílmico viene marcada a fuego con la de su familia materna, de apellido Traverso. “Mi historia está vinculada con lo familiar, inevitablemente. Yo siempre cuento que lo mío responde a la justicia poética”, comentó Fraire y explicó que “mi familia por parte materna tuvo el Cine Argentino por muchos años. Hasta lo que pude averiguar, el cine cierra el 29 de noviembre de 1987. Si esta información es cierta, es el día en el que yo cumplo dos años. Entonces, yo no tengo recuerdos del Cine Argentino, a pesar de que, seguramente, lo he conocido”.

Sobre el peso del cine en el seno del hogar, Fraire comentó que en su familia, por parte de su mamá, “siempre se habló de cine y funcionaba en base al cine. Sin embargo, es algo que yo nunca lo pude ver. Mi vieja tiene el recuerdo de, siendo niña, estar durmiendo y que sus padres vengan y le dejen el chocolatito del kiosco del cine después de hacer las funciones. De todas maneras, mi abuelo fallece cuando yo tenía 16 años, un momento de la vida en la que el cine no me había atrapado como lo hizo después. Por eso digo que es justicia poética, porque estaba dando vueltas medio inexplicablemente, acaso mágicamente. Yo elijo pensarlo así”

Una tradición

El Cine Club Paradiso lleva siete años funcionando en la ciudad, con actividades sólo suspendidas por la pandemia. Esta idea que en un principio fue iniciada por Juan José Chiosso y Oscar Zaravia hace casi una década, fue refundada en el año 2015 cuando encauzaron en el mismo río Chiosso y Fraire. 

En sus años de vida y después de dos mudanzas, la propuesta crece junto a entidades públicas y privadas. Pero, principalmente, su vigorosidad se afianza en la comunidad cinéfila que, dos jueves al mes, se nutre en las noches de cine y debate.

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