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Desconexión sideral: Relax, naturaleza e historia en La Crucesita

Por Rodrigo Chavez Lagraba

No es una novedad decir que la provincia de Mendoza tiene múltiples puntos turísticos para visitar. De hecho, muchos de ellos ofician como base de operaciones para que los viajeros recorran una basta porción del territorio cordillerano. Desde diques y rutas de alta montaña, hasta sitios históricos, pasando por viñedos y plantaciones de olivos, la provincia cuyana recibe año a año a miles de visitantes, tanto en la temporada invernal como en la estival.

Sin embargo, hay destinos que también invitan a habitarlos de manera permanente, que ofrecen un ambiente propicio para desconectar del trajín citadino y vincularse con el ambiente. Este es el caso del barrio de La Crucesita, ubicado en Las Compuertas, en el distrito de Luján de Cuyo, a poco más de 35 km de la capital provincial.

Ubicación

Podemos decir, a priori, que el barrio es de fácil acceso si tenemos en cuenta la corta distancia que lo separa de la ruta panamericana (Ruta Provincial 82), que actualmente se encuentra en remodelación. Sin embargo, cabe aclarar que el emplazamiento del complejo se encuentra a casi 5 km de la cinta asfáltica, ascendiendo por un camino pedregoso que se recomienda recorrer a, al menos, 15 km por hora. De esta manera, el ascenso paulatino, poco empinado, se realiza como paseo que demora, aproximadamente, 20 minutos.

El cerro Negro es una marca característica del lugar.

Al pie de la precordillera y a más de 1.300 metros de altura, una brisa refrescante recorre permanentemente el ambiente, lo que permite que se pueda prescindir del uso de ventiladores y aires acondicionados. Por otra parte, la vista desde el barrio ofrece una postal de Luján de Cuyo desde arriba, donde se pueden apreciar las rutas, la estructura de la ciudad y también el Cordón del Plata (la formación cordillerana frontal, paralela a la cordillera central).

Hacia el noroeste de La Crucesita, sale la Quebrada de la Cruz. A la izquierda está el cerro Ponderado y hacia la derecha, el cerro Negro que, junto al Colorado lucen imponentes a cercana distancia. Esta formación precordillerana es el principal atractivo para el lugar, el que hace valer el mote de Las Compuertas como “La ventana de Los Andes”.

Reconexión natural

Las reglas para las construcciones dentro del territorio del barrio son claras. Todas las casas deben respetar la estructura de piedras de estilo jesuita con techos de chapa.

El ascenso hacia el cerrro Campanario es uno de los atractivos del camping que se encuentra al pie de la montaña

Además, dentro de este territorio no se cuenta con tendido eléctrico y se utiliza solamente energía solar, a excepción de algunos vecinos que usan, eventualmente, generadores eléctricos para consumos extra, principalmente los fines de semana. Esta característica posibilita apreciar el firmamento de manera nítida durante la noche, acompañado por sonidos casi imperceptibles de la fauna y el movimiento de las hojas de los arboles del lugar. Desde lo alto, las luces de los autos y de la ciudad se mezclan con las aparentes antorchas que son, en realidad, dos chimeneas con fuego de la refinería Luján de Cuyo.

Las reglas en cuanto a los ruidos molestos también son claras y se procura que se respete un marco de silencio para que predomine la calma. El destino se presenta, explícitamente, como un lugar de calma y relax.

Hospedaje

La Crucesita surge como un barrio cerrado donde viven algunas personas de manera permanente y otras que acuden a relajarse en sus casas de fines de semana. Pero también se multiplicó la construcción de cabañas para alquiler a turistas, tanto en verano como en invierno, donde la nieve decora de blanco las inmediaciones.

Los costos y comodidades de las cabañas son variados, cotizados en peso argentino o directamente en dólares, que van desde los 15 mil pesos a 150 dólares por día. Por lo general las cabañas cuentan con buena iluminación y estable conexión a Internet. Se pueden encontrar equipadas con plasmas con plataformas de video incluidas, así como también con piscinas en el exterior, aunque no sea extremadamente necesario utilizarlas por el calor.

También es necesario aclarar que el equipamiento de las cabañas no siempre es correlativo al precio. Se puede presentar el caso de optar por contratar una cabaña sinpileta por 30 mil pesos o una con pileta a 15 mil. En nuestro caso, nos alojamos en cabañas Panquehua, de las más económicas del lugar, pero con todas las comodidades mencionadas más arriba.

Camping con historia

En la base del cerro Negro, en la parte más alta del barrio de La Crucesita, se encuentra el camping homónimo, con mucho movimiento, principalmente, los fines de semana. El campamento se encuentra emplazado en una antigua construcción jesuita del siglo XVII, la más antigua del lugar. Desde ahí, se pueden realizar caminatas de dificultades medias y bajas hasta cerros y cascadas.

El camping está emplazado en el mismo lugar donde, anteriormente, estuvo el campamento jesuita.

El más célebre es el Campanario, a casi 2 mil metros del altura y de dificultad baja. Se trata de una cumbre utilizada antiguamente por los jesuitas para llamar a los Huarpes en los momentos de “evangelización”. En la misma estructura que antaño se utilizara para esos fines, actualmente se colocó una campana que reemplaza la original y que hacen sonar quienes logran escalar los empinados últimos 400 metros del recorrido.

Las moras que decoran el sendero, son una tentación para quienes ascienden

El recorrido requiere de, como máximo, 3 horas entre el ascenso y el descenso. Una buena razón para realizar el paseo con tiempo son las zarza moras que decoran gran parte del sendero, junto con los tubos que conducen el agua de manantial que es utilizada en el barrio y que, en el siglo XIX, fue la fuente de la primer empresa de venta de agua de vertiente embotellada del país, bajo el nombre de La Araucana. También se pueden visitar los sauces centenarios y las pircas construidas por el trabajo forzado indígena.

Los costos y las reservas para el camping pueden realizarse por teléfono. Por otra parte, los que se alojen en los barrios cerrados, contarán con un descuento para el ingreso, ya sea para disfrutar un momento en la base o para ascender a la montaña.

De esta manera, la calma del lugar se vincula con la reminiscencia histórica que marca una herencia de Huarpes y Jesuitas. Un lugar que crece año a año como una oferta ecoturísitca y que se resiste a entregar la calma por el ritmo vertiginoso que, generalmente, invade los reconocidos atractivos de la región.

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