Por Rubén Eduardo “Kelo” Moreno
Enseñemos a los chicos que esto no fue guerra. Fue un hecho en el que un país usurpador mató chicos de 18 años que fueron mandados por unos asesinos que tomaron el país de forma antidemocrática, cargada de una violencia que nunca olvidaremos.
Persiguieron, desaparecieron y mataron a sus compatriotas. Los soldados no fueron héroes, sino que fueron víctimas. No fueron, los llevaron, maltrataron, hambrearon, torturaron, abandonaron y asesinaron. Dejando en sus familias ese dolor que solo ellos sienten y que los acompañará por el resto de sus vidas.
Los que volvieron fueron invisibles a los ojos de la mayoría que meses antes vitoreaban a un borracho y gritaban como si fueran goles las noticias del canal oficial como, por ejemplo, diciendo que estábamos ganando Malvinas.
Es un día de memoria en el que recordemos a esos niños que los vistieron de soldados como si una guerra fuese un juego igual que cuando éramos chicos y jugábamos a los soldaditos.
Cuando llega este día siento un profundo dolor. El mismo que sentí ese día que llenó de tristeza mi corazón.
El contexto político de ese tiempo está en muchos documentos. En periódicos o libros en donde se contarán historias parciales desde muchos puntos de vista. La historia se mira en el tiempo donde aparece la filosofía más lógica a la realidad. La locura colectiva agitada desde unos mesías de la época y toda lo que se construyó con Malvinas.
No vale la vida de un pobre pibe que muere inocentemente en ese gran absurdo que fue una guerra organizada por poderes que nada tenían que ver con una bandera o patria. La patria seguirá siendo siempre el otro y no los poderosos que siguen reciclándose solo para dañar al otro con su cultura de ambiciones desmedidas.
Quiero en este día como cada día del año abrazar a todas esas madres y familiares para compartir con ellos ese profundo dolor que mientras haya vida seguirá presente.