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Crónica en la ciudad de la furia

Trabajadores municipales de Las Rosas que están de paro desde hace 20 días fueron reprimidos por la policía.

Por Pablo Amadei

Dos posiciones antagónicas e irreconciliables. Protagonistas incapaces de sentarse en una mesa a negociar. Un gobierno provincial incapaz de hacerse cargo y que deja todo a merced de la buena de Dios. Una policía que no puede combatir el delito en las grandes ciudades y llega para poner orden a los palazos en nuestros pueblos. Una sensación de violencia latente de una sociedad malhumorada desde hace tiempo. En definitiva, una combinación de ingredientes colocados en una olla a presión que terminó por explotar el 29 de mayo con uno de los días más tristes que recuerde la historia reciente de Las Rosas.

Fueron 12 horas de tensión y de dolor que se vivieron en la cabecera del departamento Belgrano y que sumaron un capítulo más a un conflicto con un grupo de empleados municipales que ya lleva casi un mes y que lejos parece de tener un final feliz.

Desde el 10 de mayo, día en que los trabajadores decidieron una medida de fuerza por tiempo indeterminado exigiendo al Ejecutivo comandado por Javier Meyer, cobrar los dos días del paro provincial del 27 y 28 de abril pasado, la situación fue levantando temperatura día tras día.

Meyer fue claro desde el comienzo y aseguró a quien quisiera oírlo que “el municipio no paga paros provinciales”, que los trabajadores “ya lo sabían” y que su accionar “está a derecho”. “Hacen un paro para cobrar un paro”, manifestó en varias oportunidades sobre la decisión de los trabajadores. Los 70 empleados que adhirieron a la medida de fuerza, todos ellos del área de maestranza, sumaron a sus reclamos maltratos, presiones y amenazas del Ejecutivo, así como la exigencia de sumar a planta permanente a trabajadores contratados desde hace años.

Desde ese momento instalaron una carpa frente a la maestranza y el intendente reaccionó realizando una serie de denuncias penales, acusando al gremio de bloquear la salida de maquinaria. En varias oportunidades la fuerza policial local se acercó al lugar para darle garantías al personal que quisiera salir a trabajar, aunque siempre obtuvo respuestas negativas.

Eventuales

Para poder recoger la basura se utilizó personal eventual y algunos empresarios prestaron tractores y carros. Sin embargo, la prestación de servicios públicos comenzó a resentirse dado que la limpieza y recolección ya no se hizo con la frecuencia que se hacía normalmente. Ese fue el primer gran impacto del paro en una ciudad que en los últimos años se caracterizó por su orden y limpieza.

Lo otro fue la obra pública paralizada, ya que no se podía disponer de las maquinarias. Con el paso de los días, hubo una inútil reunión en el Ministerio de Trabajo que por supuesto no resolvió nada. Más bien, en un acta firmada, libró a las partes para tomar las medidas que consideraran necesarias. Mientras tanto, el intendente, en varias oportunidades instó verborrágicamente al sistema judicial para que permitiera la disponibilidad de la maquinaria.

La represión

La situación claramente estaba estancada y más allá de algún intercambio verbal que iba subiendo de tono, nada hacía presagiar lo del lunes pasado. Quienes madrugaron este 29 de mayo se sorprendieron con el arribo de 6 trafics y 7 camionetas policiales, que rápidamente se apostaron frente a Maestranza con 150 efectivos pertrechados como para detener a la pata local del cartel del Chapo Guzmán. Fuerzas de choque y trabajadores en paro separados por un par de metros. Insólitamente, la nota judicial que traía el comisario Supervisor D’angelo, de la UR2 de Rosario, ordenando la liberación de la zona estaba mal redactada por lo que hubo entonces que conseguir otra, en otro dislate.

Cerca del mediodía la tensión se respiraba y cuando la policía tuvo finalmente la orden pasó lo que pasó tantas veces. A fuerza de la diplomacia de palazos y balas de goma fueron desalojando a los manifestantes hacia el Parque España, distante apenas a 50 metros de maestranza.

Los trabajadores respondieron con lo queencontraron a mano: cascotes y gomerazos. Corridas por todos lados, balazos que retumbaban en el horizonte, violencia para frenar la violencia. Para agregar más condimentos, el Jardín de Infantes que está al lado de Maestranza suspendió las clases del turno tarde y el club Almafuerte que tiene su campo de deportes a 150 metros también canceló todos los entrenamientos.

Las escaramuzas con los huelguistas duraron por lo menos hasta bien entrada la tarde y en las calles aledañas junto al Parque España quedaron vestigios desparramados de cientos de cartuchos y pedazos de ladrillos. Además, no tardaron en viralizarse imágenes de rostros y cuerpos marcados por los balazos y un trabajador con un brazo roto. El parte policial dirá escuetamente que no hubo ningún detenido porque solo se defendieron de las agresiones.

Paralelamente y pasado el mediodía, familiares de los empleados comenzaron a agolparse en el edificio municipal con claras intenciones de entrar. Como no lo lograron, la emprendieron contra algunos vidrios antes de que llegara la policía.

El apoyo

La calma se fue apoderando de la ciudad conforme llegaron las primeras sombras de un día gris. Pero todavía quedaría tiempo para una convocatoria a través de redes sociales de vecinos que adhieren al intendente. Pasadas las 18 se fueron concentrando en la plaza principal de la ciudad y recibieron con aplausos a Meyer, quien dio un discurso a pura pasión. Habló de “perdidas de las garantías constitucionales”, de amenazas y agresiones contra sus bienes sufridas durante el día. Aseguró que el sindicalista Claudio Gómez, secretario del gremio local, “tiene influencia, llegada, y gente que le puede dar cobertura”. Cargó responsabilidades contra el gobernador Omar Perotti y la justicia provincial por “estar al tanto de todo y no accionar”.

El día después

Si después de la tormenta llega la calma, el martes amaneció nuevamente con los trabajadores apostados en maestranza, aunque ya sin tanta policía ni ningún incidente, varios representantes gremiales del sur santafesino que llegaron para brindar su apoyo, un patrullero frente a Municipalidad y dos en la casa del intendente.

Mientras tanto, la Federación de Trabajadores Municipales (Festram) emitió un comunicado repudiando “una absurda y violenta represión” y responsabilizando al gobernador por “avalar la represión y hacerse los desentendidos vía sus ministros de Trabajo”.

Desde Provincia, en tanto, y como para darles la razón, silenzio stampa, como dirían los italianos.

Al conflicto seguramente le queden varios capítulos, aunque es arriesgado aventurar de qué tenor serán. De lo que nadie tiene dudas es que este 29 de mayo será recordado como un auténtico día de furia.

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