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Sala 9 de julio: un refugio para el arte autogestivo en Cañada de Gómez

Por Quique de María

Cañada de Gómez tiene una permanente y nutrida agenda cultural e históricamente, además de los recintos convencionales, ha conocido de lugares denominados alternativos: el Patio 326 de Martín Truco o la Peña La Amanecida de Mario Gartich, por mencionar dos ejemplos.

En calle 9 de Julio al 800, en una parte importante de la casa familiar, está la Sala 9 Julio, un lugar construido desde abajo, eso que se denomina: un espacio apuntalado desde lo autogestivo.

Un proyecto que fue materializándose al ritmo de las limitadas posibilidades económicas pero con el vigoroso empuje de la convicción. Para suplir la escasez de efectivo los Matteucci se constituyeron un poco en carpinteros, otro poco en albañiles y en todo lo que hacía falta.

La idea

Pedro Matteucci contó a El Impreso del Oeste que la idea sobrevino “básicamente con siete años de historia del grupo de teatro De Poetas y de Locos, y de venir trabajando de prestado en un montón de lugares. Lo primero que surgió como idea es hacer una sala de ensayos”.

Teniendo un lugar fijo para ensayar, cómodo y con cierta técnica en cuanto a sonido y luces, iba a agilizarse la producción.

Ante lo sorpresivo de que en el horizonte original se limitara a ser una sala de ensayo, aclaró: “cuando nos sorprendió la pandemia y nos cortó la posibilidad de ensayar, empezamos a mirar a futuro, cómo iba a quedar estructurada la vivienda con esa sala de ensayo. Y luego apareció mi hijo, que también se llama Pedro, con su proyecto de comenzar con una sala de grabación. Así fue tomando forma lo que se hizo luego”.

“De sala de ensayo a sala, la diferencia es la fosa para las gradas -continuó-; mi esposa, me dijo que no, mi hijo me dijo que no. Busqué apoyo en mis amigos que también me dijeron que no, que no se justificaba. Así que un buen día se levantaron y se encontraron con la fosa empezada y los volquetes en la calle. Salieron ocho llenos de tierra y escombros.”

Los Matteucci, desde hace muchos años sostienen el grupo teatral, habiendo presentando sus obras en diferentes lugares (incluso haber transitado por el género del radioteatro).

Un día de 2020, apenas transcurrido el primer semestre de pandemia, Pedro mencionó, de manera no secreta pero sí discreta, el proyecto que él y su familia tenían en mente: construir la propia sala, denominación que rápidamente le quedaría chica. Porque dentro de la elasticidad que tiene el arte, en esa sala terminaría habiendo lugar para un bar cultural, donde hoy en día podemos encontrarnos con una cartelera nutrida de espectáculos de música, teatro, humor, talleres, charlas y hasta un estudio de grabación.

A medida que una obra edilicia avanza suele ocurrir que no deja ver la dimensión que tiene en potencia. Pero un día la sala se abrió al público y pudo mostrar su virtuoso juego de luces, sonido, su escenario con telón, su piso con desniveles como para que los espectadores puedan apreciar los espectáculos sin dificultad.

Esta breve descripción nos habla de las virtudes materiales, sin embargo poco nos dice respecto del recorrido artístico.

La verdadera vida de estos sitios se fundamenta a partir de las personas que gestionan y, a su vez, de las que transitan el lugar. En este sentido, la 9 de Julio comenzó a desarrollarse hace un año y a la jerarquía de su grilla, hay que sumarle esa idiosincrasia de impulsar la construcción colectiva.

Para un emprendimiento de esta naturaleza, los atributos hasta acá descriptos son suficientes para sostener que estamos ante un espacio, de por sí, virtuoso. No obstante, cuenta con más condiciones y es sustancial destacarlas. En este lugar hay un proyecto cultural. De hecho, hay muchos sitios donde se desarrollan acciones artísticas, también llamadas culturales. Pero muchas veces carecen de un proyecto bien definido, o si lo tienen, no siempre se llevan a cabo con demasiado compromiso.

Asistencia

Pedro y su gente no se limitan a ceder el espacio. Van mucho más allá. Desde el primer momento en que alguien se acerca y solicita utilizar la sala, ese artista o ese elenco, contará con una serie de ofrecimientos. La organización del lugar pondrá a disposición de los visitantes, desde una significativa cantidad de elementos de utilería y escenografía, adecuaciones del espacio a las necesidades de la producción, asistencia en la difusión y convocatoria. Quien llega con una propuesta podrá contar con un equipo humano extra, en caso de aceptarlo.

Consultado sobre una evaluación en estos primeros doce meses de recorrido, Matteucci padre expresó: “Hoy está funcionando como realmente lo soñamos. El grupo de teatro nuestro surge a partir de un grupo de rock. Todo se armó pensando en eventos musicales, teatrales y mixtos. Hoy está abierto a un abanico mayor de expresiones. Estamos felices, logramos un montón de metas dentro de una actividad que nos divierte a todos y no nos separa. Dios mediante la actividad, pronto se va a solventar así misma, porque hasta la fecha fue invertir”.

Con una capacidad para 40, 60 o incluso algunos espectadores más, según las características de la puesta, se brinda así, un ámbito ventajoso para los proyectos de arte autogestivo.

A poco de haber nacido, la 9 de Julio cuenta con mucha gente que se hizo habitué. Esto es consabido, además de traccionar para la concurrencia, esto siempre es un eficaz indicador de la calidad de los locales dedicados al esparcimiento.

Y cerró el análisis del siguiente modo: “Lo primero que hicimos es trasladar el proyecto a los vecinos del barrio, y la satisfacción de que nos agradecieran. Porque consideran que le trajimos cerca un lugar que no existía. Cada uno del núcleo familiar (mi esposa la Colo, mi hijo Pedrito y yo) atiende el trabajo que sea necesario. También servimos comida y eso lo concebimos como compartir con los espectadores, pero también con los artistas. El paso de abrirnos a la comunidad, que es un paso que hemos dado, es lo que nos mueve”.

A las funciones cotidianas, llega público, actores, músicos cañadenses. Pero también suelen venir espectadores y artistas de afuera.

Una apostilla: Pedro también suele presentar las obras de su grupo. Siempre se trata de trabajos de su autoría. Vale la aclaración porque en el universo de las marquesinas o del gran cartel, dramaturgas y dramaturgos, si bien es una especialidad indispensable, suele ocurrir en más de una ocasión que no liguen tanto.

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