Por Quique de María
La inseguridad es un tema importante tanto para la agenda periodística como para la política desde hace muchos años. Hoy se convierte en un asunto obligado y hasta provechoso. El fenómeno del departamento Rosario siempre agita el fantasma de convertir a zonas como la de Cañada de Gómez en territorios que terminen reproduciendo esa modalidad de delitos. Por el momento no sucede pero en el discurso proselitista se agiganta cada vez más esa posibilidad.
Es absolutamente legítimo que hasta el hurto de una bicicleta indigne a la víctima e incluso a cualquiera de los vecinos. Es lógico que además de los hechos materiales, en las miradas, influya el hartazgo junto a otras movilizaciones de la subjetividad. En ese sentido son fundamentales, el tratamiento mediático y el que le dan desde la clase dirigente (las campañas políticas actuales han incrementado exponencialmente, en su liturgia, el protagonismo e infinidad de supuestas soluciones para la problemática).
En Cañada de Gómez continúa una discusión añosa y circular en torno al tema. A los efectos de graficarla, lo sintetizaremos de la siguiente manera: la oposición le exige ciertas medidas al municipio. Por ejemplo, un centro de monitoreo en tiempo real y desde la administración local, argumentan que la seguridad es responsabilidad de la provincia (bis bis bis). No es objeto de esta nota describir como se combate el delito por acá, si no, adentrarnos en el modo en que se comunica. En nuestro territorio, ya desde los años del FPCyS (Frente Progresista Cívico y Social) los diferentes espacios políticos en particular e institucionales en general, vienen advirtiendo sobre la posibilidad inminente de comenzar a padecer ilícitos de características iguales a Rosario de manera cotidiana. Es saludable el hecho de prevenir mientras, a su vez, se vaya transmitiendo el cuadro de situación conforme los datos que la realidad arroja.
Magnitud
No es factible pronosticar con exactitud el futuro, ni siquiera el cercano. Pero sí tomar nota del pasado y presente. No se ha dado todavía que pueda contabilizarse en la zona hechos trágicos como los que se registran a diario en Rosario. Al menos sin incluirlos en la categoría de la excepción. Podemos citar el homicidio del peluquero parejense Carlos Ledezma (Karlos con K) ultimado luego de más de veinte puñaladas en la madrugada del 23 de febrero de 2018. También podemos remontarnos al 30 de marzo de 2014 cuando se registró la desaparición de Jorge Leonardo Cejas de una finca en Armstrong. Más allá de los pormenores de esas causas, afortunadamente, no se acumulan episodios de tan extrema violencia y/o complejidad.
En todos estos años se produjeron hechos más o menos violentos. Hay momentos en que se suceden de manera continua y hay semanas o quincenas en las que merman. No obstante, lo que se da como habitual son las sustracciones de motos, los escruches o hurtos varios. Menos comunes son las entraderas, el abuso de armas y robos calificados por el uso de armas y/o privación ilegítima de la libertad y figuras delictivas de ese tipo.
Por estos días
Es lógico que la comunidad se altere cuando se suscitan hechos como el del 16 de agosto pasado cuando un menor efectuó disparos en barrio Brigadier Estanislao López (más conocido como barrio Fonavi). Cabe aclarar que no hubo heridos. Sumado a algunas balaceras sobre viviendas producidas días antes. O el robo con arma a un negocio de la calle 9 de Julio al 900 ocurrido a media tarde del viernes pasado. Todos estos hechos delictivos, en el transcurso de una semana o diez días, generan inexorablemente malestar, temores y manifestaciones de indignación. Pero es menester señalar que felizmente no se registra aún un salto cualitativo en los tipos de delito cometidos en la zona.
Los raros casos de reducir a una familia entera en su vivienda e incluso llegar al punto de infringir tormentos a las víctimas para forzar la obtención de información son, por fortuna, episodios muy aislados.
En días lejanos
Observando el historial de los partes policiales, El Impreso del Oeste corrobora que a los largo del tiempo se han suscitado delitos como los señalados anteriormente. Tomando ejemplos de otros años para esta época, podemos cotejar, en el caso de abuso de arma: el del sábado 28 de agosto de 2021. Un hombre de 25 años realizó detonaciones con una carabina en calles Rawson y Rosario (sur de la ciudad). Luego sería aprehendido por personal policial. Para seguir comparando, citaremos el caso de robo calificado y privación ilegítima de la libertad contra una mujer de 42 años en su casa de Carlos Gardel al 1100 de Cañada de Gómez. Declaró que se hallaba en el interior de su vivienda cuando fue sorprendida por un hombre desconocido con el rostro cubierto, quien tras agredirla y atarla de manos le sustrajo dinero en efectivo y moneda extranjera para luego retirase del lugar. Este ilícito tuvo lugar en 5 de agosto de 2021.
Cerramos con dos ejemplos más: a mediados de agosto del año pasado se produjo un hecho de robo en cañada de Gómez sobre un local comercial ubicado en calle Oroño y Necochea. En esa oportunidad, autores ignorados sustrajeron dinero en efectivo que se hallaba en la caja registradora. Y en esos días, en Pueblo Andino, en una casa de calle Belgrano al 600 donde se encontraba una mujer de 68 años de edad, quien fuera sorprendida por un hombre desconocido que bajo amenaza le sustrajo dinero en efectivo y un teléfono celular para posteriormente darse a la fuga.
Lo que pasa tal como pasa
Rosario se ha vuelto una poderosa caja de resonancia de alcance nacional. A punto tal que la violencia en otros grandes centros urbanos se hizo menos visible para el imaginario colectivo. Eso también es producto de vicios comunicacionales. El crecimiento del delito es evidente en el cercano departamento Rosario, tanto desde los cuantitativo como desde lo cualitativo. Sin embargo, este último aspecto no se corrobora en nuestra región. Que se tome nota y se impulsen soluciones reales de parte de nuestros representantes es necesario. También lo es, que se transmita el diagnóstico del modo más fidedigno posible.