Por: Dra Maria Alejandra Clementi. Especialista en Clínica Médica e Infectología MP:3787 MN: 89282
Los antimicrobianos son las sustancias utilizadas en el tratamiento de los agentes causales de las enfermedades infecciosas. Pueden ser quimioterápicos, antibióticos o quimioantibióticos.
Los antibióticos son desarrollados a partir de seres vivos como los hongos, las bacterias o las algas. Así fueron denominados en 1943 por Selman Waksman, bioquímico y microbiólogo estadounidense, quien tuvo en cuenta la capacidad de estas sustancias de modificar los procesos metabólicos vitales y llevar a la muerte a otros seres vivos.
Aunque la denominación correcta debería ser la de antimicrobiano, el uso común, ha consagrado la palabra antibiótico para referirse a los agentes terapéuticos destinados al tratamiento de las infecciones bacterianas.
Si bien desde su descubrimiento, antibióticos como la penicilina, la estreptomicina y tantos otros, han contribuido a curar enfermedades infecciosas graves y mortales para las que no había cura, como la tuberculosis, la sífilis, etc, aumentando la esperanza de vida del hombre, la utilización irresponsable y descontrolada de los mismos, ha provocado en los últimos años, serios riesgos para la salud pública.
Dentro de los numerosos daños que pueden generarse al ser mal utilizados, uno de los problemas más serios y amenazantes para el hombre y para la humanidad, es el de la resistencia a los antibióticos.
¿En qué consiste la resistencia a los antibióticos?
Cuando un microorganismo “inteligente”, por ejemplo una bacteria, es expuesta a un antimicrobiano, pone en juego mecanismos de supervivencia que la vuelven “más fuerte”, siendo capaz de transmitir estos mecanismos de supervivencia a su descendencia, es decir, la bacteria se vuelve cada vez más “resistente” a los efectos de ese antibiótico que en el futuro no podrá matarla.
Estas bacterias farmacorresistentes pueden causar infecciones en el ser humano y en los animales y esas infecciones, son más difíciles de tratar que las infecciones provocadas por bacterias no resistentes.
¿Qué riesgos para la salud conlleva la resistencia a los antibióticos?
La resistencia a los antibióticos hace que:
Se incrementen los costos médicos, ya que deben utilizarse antibióticos mucho más costosos que sean efectivos contra los gérmenes resistentes.
Se prolonguen los tiempos de estadía hospitalaria, con el riesgo de que el paciente adquiera nuevas infecciones y/o complicaciones asociadas a la internación prolongada.
Aumente la mortalidad de los pacientes frente a infecciones causadas por gérmenes cada vez más agresivos, resistentes y en ocasiones imposibles de tratar por falta de desarrollo de nuevos antibióticos eficaces.
¿Qué podemos hacer para evitar la resistencia antimicrobiana?
Frente a este serio problema surge la necesidad de establecer pautas que nos ayuden a prevenir la resistencia a los antimicrobianos, es decir, que nos ayuden a realizar un uso racional de los antibióticos.
Al respecto el Senado de la Nación, por unanimidad, sancionó recientemente la Ley de Prevención y Control de la Resistencia Antimicrobiana, que tiene como uno de los objetivos fundamentales, el uso responsable de los antibióticos y regula cuestiones referidas al expendio y utilización de estos medicamentos, tanto en salud humana como animal.
Si no se genera una respuesta mundial conjunta y sistematizada frente a esta problemática, se estima que para el año 2050, la resistencia antimicrobiana puede constituirse en la primera causa de muerte a nivel mundial.
¿Cómo podemos contribuir al uso racional de los antibióticos?
No le pida al profesional de la salud que le dé un antibiótico si el profesional no lo cree conveniente. No use antibióticos para virus como los del resfrío o la gripe. Los antibióticos no funcionan con los virus.
Cuando le indiquen un antibiótico siga cuidadosamente las indicaciones del médico con respecto al horario de las tomas, relación con las comidas y duración del tratamiento. Además, termine su medicamento aunque se sienta mejor. Si interrumpe el medicamento demasiado pronto, algunas bacterias pueden sobrevivir y volver a infectarle.
No comparta sus antibióticos con otras personas ni aconseje tomarlos sin prescripción médica. No guarde los antibióticos para otra oportunidad ni utilice la receta de otra persona. Es fundamental que todos nos sintamos responsables en esta lucha contra la resistencia antimicrobiana.
Recordemos siempre que los antibióticos son medicamentos que usados correctamente pueden salvar vidas, pero si los utilizamos de manera irresponsable solo contribuiremos a aumentar la resistencia bacteriana y a generar infecciones que en un futuro cercano podrán ser imposibles de curar.
El uso racional de los antibióticos es una cuestión de vida que nos compete a todos.