La hermana del donante reafirmó la importancia de los actos de donación e hizo foco en la polémica sobre la temática que fue parte de la campaña electoral
Por Quique de María
El fin de semana pasado se llevó a cabo el segundo proceso de ablación multiorgánica en el Hospital San José de Cañada de Gómez. El primero había tenido lugar en julio de 2022, un mes después de la designación del efector como hospital procurador. Gustavo Ángel Santucho fue el donante de 48 años. Su hermana Carina en diálogo con El Impreso del Oeste definió el suceso como: “dar vida” y enfatizó que no le gusta el término de “donación de órganos”. Tanto los familiares y la mayoría del entorno del donante, lo vivieron de esa manera. Sin embargo, no faltarían voces de desaliento. Opiniones sobre supuestos negociados de parte del (Cudaio) y del hospital, y de que ellos deberían haber tenido algún beneficio económico. Desde el entorno de Gustavo no adhieren a esa posición y tampoco acuerdan con los de los mitos que se tejen sobre el tema.
De la palabra profesional
El director del Hospital San José, Gonzalo Rodríguez, fue entrevistado por la periodista Stefi Perret del noticiero local Punto de Noticias y el funcionario se mostró muy celoso respecto de la información que por norma debe quedar en reserva. Si bien la colega no pedía precisiones puntuales si no datos genéricos, como por ejemplo los lugares geográficos a los que estaban destinados los óganos, Rodriguez subrayó: “que se trata de datos cerrados que pertenecen a la lista de espera del Cudaio. Por otra parte aclaró que todo el personal del hospital, trabaja como asistente del Cudaio realizando estudios previos, evaluaciones, reevaluaciones, brindar lo que van solicitando.
Es útil agregar que hay un trabajo de coordinación de equipos que abordan la cuestión desde lo interdisciplinario sin perder de vista que hay familiares que contener, porque a la pérdida del ser querido se suma un proceso que moviliza mucho, como es la práctica relacionada con la donación de órganos.
Lo que no puede estar en góndolas
En los primeros días de septiembre de 2022 surgió la necesidad periodística de entrevistar al director del Cudaio, Mario Armando Perichón. En aquella ocasión se había realizado en el Hospital Cullen de Santa Fe, un operativo multiorgánico de características excepcionales. En el mismo, se lograron ablacionar la totalidad de los órganos sólidos que dispone el cuerpo humano aptos para ser trasplantados. El titular del mencionado organismo puso especial énfasis en la magnitud del procedimiento que implicó la donación de siete órganos. Pero también se refirió a la complejidad que en general requiere cada una de estas intervenciones: “este tipo de operativos son muy complejos. A veces hay que hacer coordinación entre más de una provincia y es necesario combinar unidades terrestres con aéreas”.
También mencionó que “muchas veces, cuando se opina sobre procuración de órganos hay aspectos que se desconocen. Se piensa sólo en el personal médico y no es así. Los equipos de todo el país están conformados por médicos, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, choferes, pilotos, personal de logística y laboratorios, entre otros. En general, en los operativos de ablación múltiple, intervienen alrededor de 100 personas. Parece una cosa simple, pero conlleva una coordinación enorme”.
Aporte al debate actual
Rescatar aquella descripción de Perichón, resulta adecuada en estos días. El 9 de octubre, luego del debate presidencial el Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai) emitió un comunicado en el que desmintió al candidato a presidente de La Libertad Avanza (LLA), Javier Milei, y condenó su propuesta de venta de órganos.
“Desde el Incucai y los 24 organismos provinciales de donación y trasplante, difundimos la siguiente información, en relación a las afirmaciones realizadas en el debate presidencial de ayer que demuestran un total desconocimiento del sistema. En primer término, aclaramos que no toda persona fallecida puede ser donante. La donación depende de las características de la muerte. Para poder donar órganos, el fallecimiento debe producirse en la terapia intensiva de un hospital y la muerte debe ser certificada bajo criterios neurológicos. Sólo así puede mantenerse el cuerpo artificialmente desde el momento del fallecimiento hasta que se produce la extracción de los órganos, para que los mismos sean viables para el trasplante. Una muerte de estas características se produce en aproximadamente cuatro de cada 1.000 casos. Dar a entender que toda persona fallecida puede ser donante implica un desconocimiento total de las características más básicas del funcionamiento de todo sistema de donación de órganos, no solo el argentino.”
Una historia de familia
El Impreso del Oeste entrevistó a Carina Santucho, la hermana de Gustavo, el donante multiorgánico. Además de todos los argumentos profesionales que echan por tierra la simplificación sobre estos procesos harto engorrosos desde lo técnico, es menester contemplar también el aspecto emocional y afectivo que conlleva tramitar este tipo de procesos.
Pasado el momento de mayor agobio, Carina manifestó que era partidaria de difundir el tema debido a que “suele prestarse a ideas confusas o erróneas”. En primer lugar, a cerca de su hermano, dijo que “era una persona muy buena y trabajadora, desde muy chico trabajó. Porque nosotros éramos muy humildes. Siempre así, era muy sencillo, honesto. Creció en un barrio humilde pero pleno y rodeado de amigos. Siempre muy bondadoso y gentil”. Consultada sobre la ocupación de Gustavo contó: “su primer trabajo fue aprendiendo el oficio de mecánica y desde entonces fue el mecánico el barrio, y sus amigos lo llamaban René”.
A continuación se le preguntó cómo se vivió la situación en su entorno familiar: “en mi familia no hubo ningún desacuerdo, fue una decisión unánime, todos estuvieron de acuerdo enseguida”. Y respecto de los conocidos contó: “los vecinos y nuestros parientes nos agradecieron mucho a mis padres y a mí por la decisión de haber estado de acuerdo con esto que yo llamo ‘dar vida’, la gran oportunidad que él tuvo de dar vida, y nos decían que era un ejemplo seguir. En mi familia fue una decisión unánime. Nos pusimos de acuerdo enseguida”.
Este diario le pidió que contara sobre quienes expresaron desacuerdo: “algunos vecinos nos decían que la intención estaba buena pero que todo era un negocio. Pero a nosotros nos importaba el hecho de donar vida, dar vida. Pero insistían con que hay mucha plata de por medio con el tráfico de órganos, que el Incucai es el que hace mucho dinero con los cuerpos y que a la familia ni siquiera le pagan un velatorio”.
Carina agregó que: “Nosotros queríamos ayudar, sentimos que pudimos revivir algo de mi hermano en otra gente, y con el hecho de dar vida ya nos quedamos en paz”.
A la pregunta su Gustavo era creyente respondió: “Sí, mucho, desde los 17 años practicó el evangelio. También me gustaría aclarar que no creemos en todos esos mitos que hay dando vueltas. La meta, también es hacerle comprender a todos que no es así como ellos creen”.
Gustavo no padecía enfermedades, al menos detectadas. Carina expresó que cuando se produjo su muerte cerebral su cuerpo estaba sano.
En los orígenes de la práctica de donación de órganos en Argentina, y hasta que pasaron muchos años, se daba una prolífica producción de rumores fantasiosos sobre secuestros de personas con fines de extraerle sus órganos, venderlos y otros menesteres. A medida que la sociedad fue ganando en información, aquellos temores y creencias disminuyeron sustancialmente.
En el transcurso de este año proselitista en Argentina, se discute sobre la posibilidad de instalar un presunto mercado de órganos.