A fines de 2023 en Argentina el 94% de los trabajadores experimentó tener el “cerebro quemado” . La importancia de afrontar el estrés crónico para no padecer depresión o dolencias físicas asociadas
por Chama M. Nóbile
El síndrome de Burnout o también conocido como síndrome de desgaste profesional, síndrome de sobrecarga emocional, síndrome del quemado o síndrome de fatiga en el trabajo fue declarado, en el 2000 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un factor de riesgo laboral, debido a su capacidad para afectar la calidad de vida, salud mental e incluso hasta poner en riesgo la vida del individuo que lo sufre.
La definición más aceptada es la de Christina Maslach, quien en 1976 lo describió como una forma inadecuada de afrontar el estrés crónico, cuyos rasgos principales son “el agotamiento emocional, la despersonalización y la disminución del desempeño personal”.
La OMS retomó el concepto y definió al síndrome, como “el resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo, que no se ha manejado con éxito”.
Las circunstancias que favorecen la aparición de este cuadro están ligadas a los siguientes factores: sobrecarga laboral, presión en el trabajo con exigencias de rendimientos a través de resultados.
Otro factor es la baja implicación laboral, escasa autonomía, poca participación en la organización, gestión y planificación. Indefinición de actividades, carencia de innovaciones laborales e incomodidad física.
Falta de apoyo de los mandos que, a menudo, son responsables de una organización poco afortunada en la que el profesional/trabajador recibe poco reconocimiento, está sometido a una gran demanda y control.
También las características determinadas por el propio puesto de trabajo. La propia personalidad del individuo, ya que todos los acontecimientos los va a vivir a través de su afectividad, de su estabilidad emocional, de sus intereses, de su autosuficiencia, de su tendencia o no a sentir ansiedad, entre otros.
Esta forma de ser es el terreno desde el que se responde a los estímulos y exigencias laborales; la interacción entre ambos dará resultados positivos o negativos.
Factores laborales o profesionales: condiciones deficitarias en cuanto al medio físico, entorno humano, organización laboral, bajos salarios, sobrecarga de trabajo, escaso trabajo real de equipo, acoso laboral.
Factores ambientales: cambios significativos de la vida como muerte de familiares, matrimonios, divorcio, nacimiento de hijos. La pandemia de Covid-19.
“Paren el mundo, me quiero bajar”
De acuerdo a informes recientes, este síndrome que se acentúa en los meses finales del año, en Argentina supera a toda la región.
En rigor podemos afirmar que los argentinos “estamos quemados” porque se estableció que el 94% de los trabajadores del país, lo sufren.
Este número fue presentado en el estudio regional “Burnout 2023”, realizado por Bumeran, portal líder de empleo de Latinoamérica. Allí alertaron que los datos en Argentina registraron el nivel más alto de agotamiento laboral desde que se realiza.
Del estudio participaron 4.386 trabajadores y especialistas en Recursos Humanos de Argentina, de Chile, de Ecuador, de Panamá y de Perú. La investigación explora cómo experimentan las personas el síndrome de Burnout y qué políticas implementan los especialistas en RH para mitigarlo.
El fuego parece avanzar sobre las cabezas de los trabajadores y la cantidad de personas que lo experimentan se incrementa en el país.
En 2020, plena pandemia, fue el 88% de las personas encuestadas que aseguró transitarlo, en 2021 un 80%, y en 2022 un 86%. En 2023 se registró el nivel más alto con 94% de los trabajadores que afirmaron atravesar un agotamiento excesivo en el contexto laboral.
¿Cómo distinguir el Burnout?
Los síntomas del Burnout son variados. Se puede sentir falta de energía o cansancio extremo; experimentar negativismo o cinismo en relación al trabajo o se advierte una disminución en la eficacia para trabajar. ansiedad -en ocasiones en forma de ataques de pánico-,
El afectado puede expresar hiperemotividad, depresión, irritabilidad, pérdida del apetito, insomnio y disminución de la libido.
En los cuadros más prolongados, puede aparecer apatía o signos de despersonalización.
Otros síntomas asociados son: sudoración excesiva, caída del cabello, tensión mandibular, dolor en los músculos, cambios en el peso corporal, o distrés digestivo.
La dificultad para desconectarse del empleo -situación que agravó el teletrabajo-, fueron las principales situaciones negativas registradas y que no necesariamente tienen que ver con sobrecarga de horas extra, sino con lo que pasa dentro de una jornada laboral promedio.
Aprender a respirar
¿Cómo podemos desde este contexto mitigar este síndrome sin tener que llegar a medicaciones psicotrópicas? En relación a esto se recomienda la práctica de actividades que sirvan para desconectarse del trabajo.
En primer lugar y sin ser una especialista en temas médicos, me atrevo a recomendar que como punto de partida hagamos el ejercicio de “respirar”.
La respiración consciente, va mucho más allá del acto mecánico de inhalar oxígeno para poder seguir viviendo. Se trata de una técnica muy sencilla y que puede practicarse solo unos minutos al día y que propone hacer consciente el acto de respirar.
Ese reconectarse con el “ahora” para aporta beneficios reales como disminución de la ansiedad, bajar el ritmo cardíaco, mitigar ataques de pánico, mejorar el acceso de oxígeno a todos los órganos y tejidos del cuerpo (en especial al cerebro).
Sólo hace falta tomar consciencia de la inhalación y exhalación, de respirar llenando los pulmones, evitando esa respiración cortita y apurada en la que muchas veces caemos sin tomar en cuenta las consecuencias negativas que “el respirar mal” conlleva.
Podemos simplemente hacer algunas respiraciones y expiaciones profundas pero también existen técnicas de respiración controlada que colaboran con la relajación, con el sueño profundo, evitan el insomnio y mejoran la claridad mental.
También se recomienda la realización de ejercicio físico, la práctica de yoga, meditación, lectura fuera de la pantalla, cine y teatro.
Es fundamental también el contacto con los seres queridos, desactivar los dispositivos de trabajo y mantener una rutina que ayude a disminuir la incertidumbre.
Una consulta psicológica también puede permitir que el paciente descubra que este síndorme es el motivo de su angustia constante.
Extintores a mano
Mientras que el 56% de los especialistas afirmó que no se hace nada desde la empresa una vez que se huele el humo del Burnout en el trabajador, el 28% brinda apoyo emocional, el 16% fomenta un ambiente de trabajo flexible.
Otro 15% explica que se reasignan tareas y responsabilidades, el 7% implementa programas de bienestar laboral, el 6% reduce la carga de trabajo de la persona afectada y proporciona tiempo libre adicional, y el 5% facilita el acceso a servicios de salud mental y promueve el uso de días de descanso pagos.
Y como muchas veces la solución la debe encontrar el propio afectado, hay plantas que ayudan para combatir la ansiedad y la depresión.
Y en este contexto no tenemos que viajar al Amazonas para encontrar la medicina herbal adecuada, ya que la incorporación de hierbas y plantas como la manzanilla, la lavanda, el mburucuyá, el cedrón, la mandarina o la achicoria pueden colaborar si se las ingiere en infusiones.
Varias de estas plantas colaborarán también con la disminución de la gastritis, otra consecuencia del estrés laboral.
Otro método es a través del sentido del olfato con productos que ofrezcan sesiones de aromaterapia basada en la inhalación de aceites esenciales de las plantas arriba mencionadas, entre muchas otras.
Lo importante es detectar a tiempo la dolencia y tener el coraje de parar, escuchar al cuerpo y respirar. Lo demás se irá solucionando, el mundo sigue girando igual.