Por Lic. Lara Montalbetti, psicóloga
El 4 de octubre de 2006 se sancionó la ley 26150 de Educación Sexual Integral (ESI), surgiendo un marco legislativo regulatorio de las prácticas de enseñanza y aprendizaje en torno a la educación sexual. Hoy, a casi 16 años de su existencia, aún se presentan múltiples resistencias en su abordaje. Algunas de ellas, o la mayoría, provienen del desconocimiento y el prejuicio, por lo cual saber de qué se trata, cuáles son sus objetivos y contenidos curriculares resulta fundamental.
En estos años, diversas experiencias han demostrado que, en muchos espacios educativos, el conocimiento de la ley y sus recursos les permiten contar con mayores aportes y un marco legal para su desempeño, calmando así ansiedades y temores.
Debemos considerar que, con anterioridad a la ESI, los abordajes de la educación sexual eran prioritariamente guiados por los modelos biomédicos, biologicistas y moralizantes, dejando por fuera los contenidos que implicaran sentimientos o relaciones humanas y el desarrollo de una sexualidad placentera y saludable.
La ESI implica un concepto amplio y complejo de la sexualidad como construcción socio-histórica y cultural, proponiendo a su vez un espacio donde niñas, niños y adolescentes sean cuidados y escuchados. Por lo tanto, es fundamental instalar espacios donde (como múltiples investigaciones han demostrado) la posibilidad de enunciar dudas, curiosidades, miedos y anhelos a través de la palabra, permita simbolizar y no actuar directamente. La palabra retrasa el acto y propone el acompañamiento, cuidado y prevención.
Objetivos
En el artículo tres de la ley se plantean sus premisas. Una de ellas es incorporar la ESI dentro de las propuestas educativas orientadas a la formación armónica, equilibrada y permanente de las personas, concibiendo a la sexualidad de una forma más amplia, entendiéndola desde sus dimensiones culturales, sociales, históricas, además de biológicas.
Otra finalidad que persigue es asegurar la transmisión de conocimientos pertinentes, precisos, confiables y actualizados sobre los distintos aspectos involucrados en la ESI, promoviendo actitudes responsables ante la sexualidad y previniendo los problemas relacionados con la salud en general y la salud sexual y reproductiva en particular.
La ley también procura igualdad el trato y oportunidades para varones, mujeres y disidencias.
Puertas de entrada
Todos estos objetivos abren a la posibilidad de tratar diversos ejes en las aulas, que contribuyen a plantear el abordaje de la ESI con niñas/os y adolescentes, según niveles del sistema educativo y edades evolutivas.
Dichos ejes se dirigen al cuidado del cuerpo y la salud, a prevenir situaciones de violencia, a que los propios niños, niñas y adolescentes puedan reconocer sus derechos, relacionados con la intimidad, la igualdad y la diversidad, las emociones y la afectividad, el consentimiento, el amor y el respeto mutuo.
Por lo tanto, la ESI es un programa intencional, constante y transversal que busca proporcionar herramientas de cuidado, partiendo del reconocimiento pleno del sujeto, de su cuerpo y sus sentimientos. Es intencional, porque está guiada por los objetivos de la ley; constante, porque debe de ser permanente (no sirve dar una charla de ESI anual, ya que por acción u omisión estamos educando en sexualidad todos los días); y transversal, porque tiene que ver con la mirada compleja sobre sexualidad, intentando proporcionar herramientas de cuidado integral.
El concepto de transversalidad implica que la sexualidad se educa desde el nacimiento y durante el transcurso de la vida, por lo cual todas las áreas institucionales deben de pensar el trabajo con los alumnos y alumnas teniendo en cuenta los lineamientos de la ESI.
Por nivel
Es importante saber que cada nivel educativo cuenta con diferentes contenidos curriculares con criterios de gradualidad, desde los cuales cumplir con los objetivos planteados en la ley.
En nivel inicial, se plantean contenidos que proponen el reconocimiento de las partes externas del cuerpo con sus nombres correctos, la adquisición de pautas de cuidado y autoprotección, la igualdad de oportunidades de niñas y niños en los juegos, la diversidad de familias, el concepto de intimidad, de no guardar secretos que nos hacen sentir mal, entre otros.
En el nivel primario los saberes más significativos son el cuerpo como totalidad con necesidades de afecto, cuidado y valoración, los procesos de crecimiento, desarrollo y maduración, análisis de estereotipos corporales de belleza, superación de prejuicios y actitudes discriminatorias, la vulneración de derechos, abuso sexual, violencia de género y trata de personas.
En el secundario, los contenidos que continúan se relacionan con el desarrollo y maduración del cuerpo, los cambios corporales, el análisis de estereotipos corporales de belleza, el embarazo: aspectos biológicos sociales, afectivos y psicológicos, el derecho a la intimidad y respeto a la intimidad de otros, vulneración de derechos, violencia de género en la adolescencia, entre muchos otros.
Los adultos, (familias, docentes, directivos, etc.) estamos siempre de manera explícita o implícita, en acciones y silencios, formal e informalmente, educando sobre sexualidad. Por esta razón, la ESI prevé abordar los interrogantes, temores y prejuicios a través del diálogo entre adultos, haciendo necesario que en las escuelas se habiliten espacios de debate y reflexión entre directivos y docentes, entre docentes, entre docentes y familias. Contar con ciertos saberes y espacios de capacitación es necesario pero no suficiente frente a las diversas movilizaciones que plantea educar en sexualidad. Es imprescindible desarrollar el acompañamiento y respeto de los otros, de cuidado y de escucha.