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domingo, noviembre 24, 2024
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Patagonia, donde todo comienza

Áspera, indómita, extrema y fascinante, esto y más propone este territorio al sur del mapamundi llamado Patagonia.

Por Darío Rivadero

En el mismo filo de los mapas, donde los gruesos trazos limítrofes comienzan a quebrarse ante el mar y el hielo, este territorio desabrigado convoca a la aventura con solo andarlo. Un esqueleto de guanaco sobre una cerca de alambre nos recuerda lo imperdonable de la intemperie en estos rumbos. La naturaleza aquí se deja ver en toda su exuberancia y esplendor, pero también nos subordina caprichosa con sus fuerzas cada vez que lo desea.

Después de haber ido muchas veces contra la corriente, visitando sitios turísticos “fuera de temporada”, me pregunto por qué no se incentiva más la visita invernal a la Patagonia. Parece ser que sur y nieve solo pueden conjugarse con deportes de invierno. Julio y agosto, para Calafate y Chaltén, son sinónimo de temporada baja y hay datos objetivos que sustentan el por qué: días más cortos, clima riguroso, dificultades o cortes en la circulación producto de nevadas o escarchas, entre otros. Aunque estos impedimentos sean ciertos, quiero agregar puntos a favor: mucha más disponibilidad de plazas hoteleras, precios más bajos o conservados, acceso cómodo a servicios debido a la menor cantidad de turistas y, como hecho extraordinario, muy pocos podrán apreciarlo en temporada alta (primavera-verano-otoño) la imponente escenografía blanca que usted verá en sus recorridas.

Punto glaciar

Llegando por aire o tierra, y haciendo base en la ciudad de El Calafate, se deberán recorrer 80 quilómetros por la ruta 11 para llegar hasta el glaciar Perito Moreno. Se puede llegar contratando un tour, en remis/taxi y en vehículo particular o alquilado. Se abona la entrada a parques nacionales varios quilómetros antes de las pasarelas siendo su costo diferencial para extranjeros o residentes ($1200 nacionales, $4000 extranjeros).

Ya dentro del parque encontraremos desvíos hacia los puertos desde donde zarpan los catamaranes que harán los distintos circuitos lacustres. En nuestro caso, y dada la imponente nevada que nos recibía, decidimos bajarnos en el puerto Perito Moreno, desde donde zarpan los barcos que hacen la navegación más corta, y ascender por la pasarela azul (poco más de 1 km) hasta los miradores del glaciar. Las pasarelas marcadas con rojo son las más exigentes y la azul la más extensa. Las marcadas con color amarillo tienen baja complejidad y son accesibles para las personas con dificultades en su movilidad (rampas).

Si hay algo que pudimos comprobar es que el glaciar nunca es el mismo. Intentando no abusar de la interpretación a la sentencia que nos legó Heráclito (“Nadie se baña dos veces en el mismo río”) o parafraseándola, podríamos decir que el glaciar nunca es el mismo. Todos los miradores lo hacen lucir distinto, si se sube o se baja, o si las condiciones climáticas, sobre todo las de luz, refractan sobre los cristales pintándolos de azul. Maravilloso. En todos los balcones existen bancas porque el fenómeno de enfrentar o rodear el glaciar no es una situación para zappinear. Aquí se baja la marcha y las pulsaciones, se observa, se escucha, se siente, se respira.

Hay un dato fácil de obtener que no es demasiado utilizado: con la misma entrada a parques se puede ingresar hasta 72 horas después sin volver a pagar. Si se tiene movilidad, es recomendable hacer valer ese bono. Nosotros lo hicimos y la sensación fue totalmente distinta. La parte baja del paseo nos posicionó a metros de donde habitualmente colapsa el puente de hielo, sentarse con el bosque a nuestra espalda y mate en mano, fue una experiencia que no hubiésemos podido vivir el día anterior.

La navegación más corta se hace por la cara norte, dura una hora y es la menos costosa. Desde ahí en adelante, y con nombres que hacen suponer sus costos (“gourmet”, “full ice”), aparecen otras propuestas donde se pueden visitar otros dos glaciares (Upsala y Spegazzini) o llevar a cabo un minitreking sobre los milenarios hielos. Algunas opciones no están disponibles en temporada baja o están sujetas a disponibilidad, tal el caso de la navegación en kayak o la caminata de larga duración sobre el glaciar.

El Calafate

Como venimos contando en estas crónicas, los destinos internacionales de nuestro país ostentan precios también internacionales en los servicios. En este invierno 2022, los costos de los alojamientos no distan al de otras plazas similares (Cataratas del Iguazú, NOA, etc.) lo cual da al visitante una cierta previsibilidad.

La ciudad se deja caminar, no hay grandes distancias pero, si hablamos de recorrer un poco más allá, habrá que contemplar otras posibilidades. Lo que en ocasiones puede considerarse un gasto innecesario puede convertirse, bajo determinadas circunstancias, en una decisión conveniente. Por ejemplo, en la Patagonia las distancias son considerables y, sin hacer números muy exactos, podemos afirmar que si cuatro personas quieren ir desde El Calafate hasta El Chaltén (210 quilómetros) les conviene, más allá de la libertad de desplazamiento que tendrán, alquilar un auto. Si apuntamos al detalle de esta ruta citada, habrá algunas paradas obligadas, miradores, puentes y el histórico paraje La Leona en la punta este del lago Viedma, en las cuales podrán disponer de todo el tiempo que deseen.

¿Qué más se puede hacer en la ciudad? Hay algunas opciones de medio día muy recomendables como caminar la extensa costanera Néstor Kirchner que bordea el lago Argentino, desde donde se pueden avistar infinidad de especies de aves, recorrer la reserva Laguna Nimez (casi sobre la misma costanera) o visitar Punta Walicho con sus vistas, cuevas con pinturas rupestres y vistas increíbles, a la que se le puede sumar un almuerzo en el lugar.

Los precios de los artículos regionales se ven volados y no por el viento patagónico. Un whisky autóctono destilado en la región, single malt, puede pagarse tanto o más que uno internacional de buena marca; y un cuero de oveja más que dos botellas de estas. Es bastante más razonable el costo al público de un gin destilado en el mismo Calafate.

Generalmente no promocionamos lugares donde comer u hospedarse, pero haremos una excepción con La Zaina, un lugar cálido donde se pone el acento en la atención y la variedad de platos autóctonos. Sumamos también a Food and Beer (destilería con productos propios) y Pantagonia, German bakery, con un mix de pastelería alemana y productos regionales exquisitos.

Si hay algo que queda trunco por la latitud a la que se encuentra, tiene que ver con el aprovechamiento de la nieve que trae el invierno en las cercanías de la ciudad. Hay dos cerros que, a priori, eran promocionados con actividades invernales; tanto el emprendimiento privado como el municipal no se encuentran activos. Sería bueno que se considerara esta propuesta que, sin dudas, redundaría en beneficios para un lugar que sustenta su existencia en base al turismo.  

Para cerrar esta primera parte, se reconoce este destino como “un viaje para no más de una semana”, afirmación sobre la cual me permito disentir y lo hago porque a pocos quilómetros se encuentra El Chaltén y sus senderos, las cascadas camino a lago del Desierto, más glaciares y, a cuatro horas en bus, Río Gallegos con su punta Loyola, laguna azul, una zona franca y etcéteras por ahí cerquita nomas. En suma, viajar debería incluir la decisión de no pasar corriendo solamente para afirmar con una foto el “sí conozco”.

Recomendamos estar atentos a los cambios bruscos de clima que se producen en la zona y a poner cadenas en los neumáticos de sus vehículos cada vez que es recomendado por las autoridades para prevenir accidentes.

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