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Concordia: La deslumbrante cuna de “El Principito”

El Palacio San Carlos y la magia que encantó a Antoine de Saint-Exupéry. Uno de los atractivos que más curiosidad despierta a los visitantes de la ciudad entrerriana

por Luis Emilio Blanco

Uno de los atractivos que mayor curiosidad despierta en los visitantes que llegan de todo el mundo a San Antonio de Padua de la Concordia, la segunda ciudad de la provincia de Entre Ríos, es sin dudas el Parque San Carlos, una majestuosa reserva natural municipal con selvas en galería, lomadas y bellísimos montes casi vírgenes recostados sobre la margen oeste del río Uruguay. Se cree que este sitio fue, en el siglo XIX, fuente de inspiración de uno de los libros más leídos de la literatura universal, la novela “El Principito”, de Antoine de Saint-Exupéry. El escritor y aviador francés tomó del lugar pasajes de sus vivencias cuando recorrió la zona a la que, según cuentan, llegó de forma accidentada y luego visitó en otras oportunidades cautivado por la belleza del paisaje, su gente y la relación con la naturaleza.

  En la recorrida por las 70 hectáreas del Parque San Carlos se pueden visitar las ruinas de una construcción que todos conocen como “el castillo”. Se trata de un imponente palacete que fue construido por un acaudalado empresario francés en 1888 y años después fue visitado fortuitamente por Saint-Exupèry. Allí el escritor conoció a dos niñas, Suzanne y Edda -de 9 y 16 años- hijas de los habitantes de la casona, también de origen francés, la familia Fuchs Valon. Estas “princesitas” como las llamaba el aviador, al igual que el hermoso lugar al cual se refirió como un “oásis”, fueron fuente de inspiración de su obra más popular.

El castillo de San Carlos cautivó tanto al aviador francés que siguió visitando el lugar, incluso después de que la familia Fuchs Valon se trasladara a otra residencia. A modo de homenaje, en la actualidad puede verse una estatura de “El principito” en el parque que rodea las ruinas. Fue durante su estancia en el castillo cuando el autor escribió “Las princesitas argentinas”, inspirándose en las dos hijas de la familia. En el libro “Tierra de hombres” describió de manera muy poética su aterrizaje en el castillo: “Voy a contaros una breve escala realizada por ahí, en alguna parte en el mundo. Tuvo lugar cerca de Concordia, en Argentina, pero hubiera podido ser en cualquier otro lugar: en todos los lugares existe el misterio. Había aterrizado en su campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas”.

  Las niñas tenían una relación bastante especial con los animales. El padre decía que eran un poquito salvajes. Les gustaba domesticar animales como ovejas, zorros, monos, hurones, abejas y hasta tenían un criadero de víboras. Eran, además, apasionadas por las cabalgatas, la pesca y los paseos por el parque.

  Un día de 1929 vieron descender una avioneta. Temerosas se acercaron y observaron que al avión se le había atorado una de sus ruedas en una vizcachera, lo que ocasionó la rotura del eje de la aeronave. Las niñas comenzaron a burlarse por la torpeza del piloto y lo hicieron en francés para que el hombre no las entendiera. Grande fue su sorpresa cuando el aviador les contestó en francés. El piloto era Antoine de Saint Exupéry, que aún no era un famoso escritor y había sido contratado por la empresa de correos francesa Compañía General Aeropostal para demarcar rutas aéreas para llevar correspondencia entre postas de Argentina, Paraguay, Chile, Uruguay y Brasil, entre otros países.

  Una vez que descendió en este lugar de la Mesopotamia argentina quedó enamorado del parque al que describió como un “oasis”. El venía de sobrevolar el Sahara y se encontró con este verde paisaje, una enorme casona a la que mencionó en sus escritos como “un castillo de leyenda” y sus habitantes. A las niñas las describió como “princesitas”.

 Los estudiosos de “El Principito” aseguran que estas niñas fueron las musas inspiradoras que luego llevaron al escritor a definir sus personajes. “La personalidad de las dos nenas fueron moldeando las características que el autor atribuyó al personaje principal de su obra maestra”, contó la guía, Verónica Vásquez.

  Según se pudo reconstruir, existen varias coincidencias: madame Fuchs era amante de las rosas. El parque inmediato que circunda a la casona estaba totalmente cubierto de rosedales. Tal vez, en uno de esos ejemplares, estaba la flor de “El Principito” descripta en el libro que vio la luz por primera vez en 1943. Otra de las coincidencias que avalan su inspiración en tierras concordienses es el zorro que aparece en el libro como el amigo, quien “le enseña” a domesticarlo.

  Según la historia oficial, de la misma manera, la más pequeña de las Fuchs cuando tenía 9 años, le contó el paso a paso a Antoine sobre cómo domesticar un zorro, como ella había hecho con el suyo.

  El autor francés escribió una carta a su madre contándole las experiencias que tuvo en el lugar y en ella le remarcó que las niñas le enseñaron a observar, no solamente a mirar. Allí relató también que un día una de las niñas se subió a un árbol y que se encontró con una serpiente venenosa, similar a la que se describe en el libro. La niña comenzó a hablarle y comentarle que había subido, pero no para hacerle daño, que le permitiera bajar. La serpiente, como entendiéndola, descendió y pasó sobre su cuerpo sin hacerle daño y la siguió hasta adentro de la casa.

Las princesitas argentinas

Estas coincidencias y muchas más, fueron descriptas en el capítulo V del libro “Tierra de Hombres” (publicado por Saint-Exupéry en febrero de 1939). En principio el autor pensó denominar este capítulo como “Las princecitas argentinas”, pero finalmente en el libro, que habla de todas sus experiencias por el mundo, prefirió titularlo “Oasis”.

  “Tanto os hablé del desierto que, antes de seguir hablando de él, me gustaría describir un oasis…”, detalló en su obra Antoine y añadió: “Voy a contaros una breve escala realizada por ahí, en alguna parte en el mundo. Tuvo lugar cerca de Concordia, en Argentina, pero hubiera podido ser en cualquier otro lugar: en todos los lugares existe el misterio. Había aterrizado en su campo y no sabía que iba a vivir un cuento de hadas”.

  Antoine quedó tan impactado por esa experiencia, los paisajes y su gente que visitó en varias oportunidades a esta familia pero en 1931 volvió a Francia -luego de pasar 15 meses en Argentina- y allí contó en una nota publicada en el periódico político-literario “Marianne” sobre el oasis que encontró en Concordia.

  Según cuentan los investigadores, se pensó que lo narrado en ese artículo era producto de la prodigiosa imaginación de Saint-Exupéry. Muchos de sus lectores no daban crédito a un castillo enclavado en un oasis, con dos princesas, zorro, serpientes, hurones, caballos y abejas compartiendo un mismo hogar.

Les journalistes

Veinte años después de la muerte de Saint-Exupéry, llegó a Concordia un grupo de periodistas franceses para interiorizarse y verificar si en realidad existía “el oasis de Antoine”. Luego de bucear en las referencias de sus escritos hallaron a las princesitas, el oasis y el castillo. Desde allí se formalizó una alianza entre Concordia y Francia para recuperar la historia. La primera embajadora fue la madre de “las princesitas” Merie Suzanne Valon y luego la sucedieron ellas.

  Una placa de bronce de la Embajada francesa conmemora el hallazgo y el trabajo que se plasmó durante años en torno al tema se resume en el documental “Oasis”, filmado en 1994 y dirigido por el cineasta concordiense, Danilo Lavigne. También plasmado luego en “Vuelo Nocturno, La leyenda de las princesitas argentinas” del santafesino Nicolás Herzog, estrenado en 2016. Ambos trabajos reproducen parte de las entrevistas que tuvieron “las princesitas” con los periodistas franceses en las que narran los encuentros y vivencias con Antoine. Los pormenores de esa relación, también se describen en el libro Las Principitas, de Herzog y Lina Vargas, una edición secuela del trabajo cinematográfico.

El palacete

Mas allá de la relación con los Fuchs, está también la leyenda del castillo, la casona Luis XV de 27 habitaciones con terraza al río, pisos de mármol, cortinas de terciopelo y portón enorme de hierro macizo que terminó de construirse en 1888 a instancias de Charles Edouard de Demachy, joven que dilapidaba la fortuna de su padre banquero en fiestas fastuosas y proyectos engañosos. Demachy desapareció sin dejar rastro cuatro años después. Para intentar desentrañar esa historia, la profesora e investigadora, Silvina Molina, viajó a Francia para reconstruir y documentar los orígenes de la casona y la familia inicial.

El palacete se ubica en un predio de 70 hectáreas que consitutye una reserva natural.

  “Fue una experiencia sumamente interesante. El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Argentina en conjunto con el Ministerio de Europa y de Asuntos Exteriores del gobierno de Francia financiaron el viaje para un estudio de investigación que tuvo que ver con la vida del primer dueño del castillo y lo relacionado a las experiencias en Concordia y la región de Antoine de Saint Exupèry”, explicó Molina a Turismo, La Capital.

  Ese viaje se realizó en 2014 y sirvió para recuperar documentación de la familia como la sucesión del banquero Demachy, el padre del constructor. También se encontró su testamento y un libro de colección que fue escrito por un investigador francés de La Sorbona que está expuesto en el museo que funciona en San Carlos.

  “La idea es que se pueda completar la historia y que en algún momento esto se transforme en un centro de interpretación donde no solamente uno pueda visibilizar y entender los inicios de San Carlos con una visita guiada, sino que, aquel turista que lo quiera visitar de manera particular, lo pueda hacer ingresando para entender, reconocer y visibilizar los períodos históricos que hacen a la importancia de este lugar como atractivo turístico. En ese sentido, se continúa investigando actualmente”, sostuvo Molina.

  La tarea ahora está dirigida a democratizar el conocimiento y la documentación que demuestran los hechos que desencadenaron la llegada de Saint-Exupéry a Concordia, su relación con los Fuchs Valon y todo el cúmulo de evidencias que llevaron a los historiadores franceses y argentinos, a imaginar primero y determinar después, que en la maravillosa ciudad recostada sobre las márgenes del río Uruguay está la génesis de “El Principito”.

Una escultura de El Principito en su asteroide B612 se encuentra en el parque del castillo

Por investigar

La parte de la historia que queda por reconstruir tiene que ver con el dueño original de la casona, de quien se dice fue desheredado. “En realidad, lo que sucedió es que tenía un tutor legal por un juicio que le había iniciado su propio padre en 1880. Era una persona de mucho dinero, con una actividad social muy intensa para la época y su padre le quiso poner un límite porque despilfarraba el dinero familiar. Además, había dejado embarazada a una cantante de ópera y cinco días antes del nacimiento contrajo matrimonio”, contó Molina, para dar un marco al modo de vivir del personaje que habitó suelo concordiense y fue uno de los protagonistas de esta historia.

  “Una cuestión curiosa es que no le dieron la dote y recién pudo hacerse con parte de su fortuna cuando falleció su padre. Fue el único de todos sus hermanos que no fue banquero y vivió en varios lugares. Aún seguimos investigando sobre la sucesión de la familia Demachy que era poderosísima y famosa en Francia”, concluyó la investigadora.

Cómo visitarlo

Hasta el Parque San Carlos es recomendable llegar por medio del bus turístico -que realiza una recorrida por la ciudad y sus atractivos a un precio simbólico- en modalidad diurna o nocturna, o bien con vehículo propio el cual no podrá ingresar dentro del predio por razones de preservación de la fauna. El parque además ofrece una recorrida en medio del denso monte y selva en galería donde abundan pantanos, gran variedad de especies vegetales y fauna autóctona en la que destaca una inmensa cantidad de aves características de la región.

  Para mayores informes se puede consultar el sitio www.concordia.gob.ar, www.parquesancarlos.gob.ar la página del Parque San Carlos en Facebook o @parquesancarlos en Instagram.

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