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Caléndula y aloe vera, las indicadas para tratar afecciones dermatológicas

Son plantas con excelentes propiedades para aliviar pieles sensibles. También para bebés y embarazadas 

Por Chama M. Nóbile

En verano nuestra piel se ve expuesta a diversos agentes que la dañan. Los rayos solares, el agua clorada de piletas, el mar o una hidratación inadecuada actúan enrojeciendo, inflamando, resecando y escamando la dermis.

La situación se agrava si la persona padece eczema, rosácea o tiene la piel muy clara y para mantenerla saludable la naturaleza brinda muchas opciones. 

A través de preparaciones como infusiones, oleatos, cremas y bálsamos, la caléndula que es una flor muy común en los jardines, ofrece sus propiedades como antiinflamatoria, antiséptica, antiviral, antibacteriana, antiespasmódica, emenagoga, antihemorrágica, antiprurítica, antimicótica y cicatrizante.

De la caléndula se aprovechan especialmente sus flores y se recomiendan ceñir el uso de a aplicaciones por vía tópica, es decir aplicándola sobre la piel.  
 
Aplicaciones por vía externa

En quemaduras superficiales, escaldaduras y roces, reduce la inflamación y favorece la regeneración de la piel. Se aplica en infusión, emplastos, oleatos, cremas y pomadas.  
Ese método también se aplica sobre granos, urticarias, para tratar el acné juvenil y sobre eczemas secos, forúnculos y abscesos.

Es especialmente indicada para las personas y niños pequeños que padecen dermatitis atópica, incluida la que afecta a bebés, irritación del pañal, pieles alérgicas. También es excelente para sanar el agrietamiento de los pezones durante la lactancia y disminuir la aparición de estrías.

En dermatitis exfoliativas, con descamación generalizada o con prurito e hinchazón, enrojecimiento cutáneo proporciona alivio y regeneración de la dermis. 
Es buena para el tratamiento natural de la psoriasis y en picaduras de insectos actúa como antiinfecciosa y antiinflamatoria.

En hematomas y golpes, rebaja la hinchazón y alivia el dolor.  
Se indica para tratar cortes, rasguños, ampollas y torceduras, aplicada en compresas empapadas de la infusión o la tintura madre. También sobre pieles irritadas, envejecidas o castigadas por el sol. 

En heridas superficiales, sangrados leves, llagas y úlceras de la piel, aporta su poder antihemorrágico y cicatrizante.  
Sobre labios resecos y agrietados y para las llagas bucales, inflamación de la lengua (glositis) y de las encías (gingivitis).  
Es un apoyo para aliviar el dolor reumático, aplicados la infusión o el alcohol en masaje (linimento).  
Combate la infección por hongos, la micosis en manos y pies, como el pie de atleta, y la candidiasis. 

En tanto que el aloe vera – cualquiera de sus tipos- es mundialmente conocido por sus múltiples propiedades para tratar un sinnúmero de afecciones tanto cutáneas como internas. Es una planta repleta de enzimas, aminoácidos y antioxidantes que a lo largo de la historia fue usada para miles de tratamientos. Las propiedades del aloe vera se conocen desde hace siglos, de hecho, se cree que formó parte de los rituales de belleza de reinas tan emblemáticas como Cleopatra o Nefertiti. 

Justamente en Antiguo Egipto, se la consideró como “la planta de la inmortalidad” y otras culturas posteriores la siguieron utilizando y también le han dado sus propios nombres: para los sumerios fue una “mágica virtud”, para los templarios “el elixir de Jerusalén” y para los árabes “la fuente eterna de la juventud”. 

Incluso Cristóbal Colón llevó en sus carabelas macetas con aloe vera para curar las heridas de los tripulantes. Pero no es hasta 1970 cuando un farmacéutico llamado Bill Coats consiguió separar la aloína de la corteza y estabilizar el gel extraído de la hoja, añadió vitamina C, vitamina E y sorbitol y comenzó a comercializarlo y popularizarlo. 

Centrándonos en los beneficios que aporta a la piel, el aloe puede utilizarse en forma directa, tan solo cortando una hoja carnosa de la planta, abriéndola a la mitad y usando su gel sobre quemaduras solares, heridas leves, manchas, cicatrices, hongos, picaduras y eczemas. 

El alivio en pieles inflamadas por una exposición prolongada al sol es inmediato, pero además al ser un excelente regenerante y antioxidante, colabora con la curación de pieles descamadas, quemadas o laceradas. 

Otros usos 

El aloe y la caléndula también son utilizados en cosmética para la elaboración de champús anticaspa y tónicos y para pieles sensibles porque tienen propiedades que fortalecen la fibra capilar, alivian la picazón, desinflaman y combaten hongos y bacterias. 

Para consumir el aloe, es necesario sacar la aloína de la hoja. Esta es una “baba” de color ámbar que se encuentra bajo la superficie verde de la hoja y que puede ser irritante para la piel o puede provocar trastornos gástricos en quienes la ingieran. Además, es lo que le da el sabor amargo al aloe. Para quitar la aloína hay que cortar las hojas y sumergirlas en un vaso con agua durante 24 horas. Pasado ese tiempo puede consumirse sin problemas. 

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