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jueves, noviembre 21, 2024
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Semana Mundial del Parto Respetado

Por Elisa Ridolfo

El otro día escuché a Agustina Petrella decir algo muy potente: “Que el parto respetado es una modalidad, no es cierto. Es como decir que el sexo consentido es una modalidad. Cuando el sexo no es consentido es abuso y cuando el parto no es respetado también”

Respetar el parto sería pretender modificar los tiempos, las posiciones que la mujer eligiera, las indicaciones que responden la necesidad de personas ajenas al acto de parir, la  medicación que altera el delicado funcionamiento psicohormonal de una mujer en trabajo de parto.

Y pienso, para comprender más en profundidad, de qué hablamos cuando decimos parto respetado. A continuación, expongo algunas preguntas que me hago: ¿Qué pasaría si  vos tuvieras ganas de ir al baño y yo te obligara a hacer tus necesidades de forma vertical, porque así se ahorra más espacio? ¿Cómo te sentirías? ¿Qué pasaría con vos? ¿Podrías hacerlo de forma cómoda en esa posición? Probablemente sería horrible, traumático, me odiarías y te odiarías. Bueno, algo bastante parecido sucede dentro de las salas de parto. 

¿Se puede pretender tener un parto respetado cuando en muchas instituciones de salud hoy nos coartan la posibilidad de parir vaginalmente? ¿Se puede hablar de parto respetado cuando la pediatra responsable de recibir a los bebés recién nacidos sólo lo hace si son cesáreas programadas, porque sino no tiene tiempo de organizarse? ¿Se puede hablar de salud cuando te tratan como persona enferma, medicándote sin necesidad, haciéndote sentir ajena al proceso, moviéndote en silla de ruedas como si no pudieras caminar, no permitiéndote decidir sobre nada que tenga que ver con vos ni con tu hijo o hija?

Me sigo preguntando, ¿Se puede hablar de salud cuando en fotos de nacimientos vemos mujeres rotas  con miradas perdidas y bebés llorando desgarrados? ¿Se puede hablar de respeto cuando vemos al obstetra de turno posar junto a tu bebé saliendo del vientre antes de que vos lo veas o lo toques?  ¿Se puede hablar de parto respetado cuando cierran la puerta del quirófano en la cara del compañero o compañera de la persona gestante?

Yo solo encuentro una respuesta: no se puede hablar de parto respetado, sino lisa y llanamente de violencia obstétrica, tan naturalizada en estos tiempos y en estos pagos.

Estos días fui recibiendo testimonios y no salgo de mi asombro al leer los relatos desgarradores de muchas mujeres que parieron en nuestra región. Con su autorización, y manteniendo su anonimato, voy a compartir algunos relatos porque me parece necesario hacer eco de estas voces silenciadas por tanto temor e indiferencia: 

“Me exigieron parir aunque mi bebé era muy grande, me cortaron y me pusieron anestesia al mismo tiempo, entonces morí de dolor porque no llegó a hacer efecto. Pude sentir como se desgarraba mi piel, mi carne”.

“Fui al médico y le comenté que me dolía al sentarme y que el hilo me había hecho una reacción alérgica. Él me dijo riendo ¿Querés que te vuelva a cortar y te vuelva a coser? Si no querés, entonces te la aguantás porque estos son los gajes del oficio de ser madre”.

“Durante la cesárea estaba atada de manos, con una tela que no me permitía ver nada. Nación mi beba con bajo peso. No pude ni verla, ni tocarla, ni olerla. Se la llevaron a neo, la vi 12 horas después. Me costó saber cual era mi bebé”.

“Lloro todos los días al recordar mi parto y ya pasaron 6 años. Lo vivo como si hubiera sido ayer”.

“Me durmieron porque luego de recibir siete pinchazos fallidos del anestesista le dije que no me haga sufrir más. Me desperté al día siguiente, no pude estar con mi hijo en su primer día de vida. La hora sagrada no se respetó”.

“Estaba sola y yo no quería parir sola. Por eso fui de una doula, para recibir ese acompañamiento que necesitaba. En el momento del parto la pediatra se negó a recibir a mi hijo porque no quería que mi doula esté ahí. No había otro pediatra, no dejaron entrar a mi doula, parí sola, con mucho miedo. Sola y triste”.

“La partera me dijo, mientras me tocaba la mano a modo de consuelo: `ay si mami, duele, ya lo se. Pero bueno, viste… no podés dilatar, no lo estás dejando nacer, sos vos la que no lo soltás´ Me responsabilizó a mi. El resultado fue una cesárea, como la mayoría de las mujeres”. 

El tiempo es ya. Y ya es ahora. No podemos dejar pasar ni un segundo más, es la oportunidad que tenemos de hacernos conscientes. Comencemos a militar desde el amor, porque cada nacimiento es un momento sagrado y nadie debería irrumpir eso.

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