Reflexiones sobre la taquillera película de Barbie estrenada hace unas semanas, que contiene un mensaje feminista
Por Manu Abuela
Si tenés alrededor de 30 -años más, años menos- el bombardeo rosa que se vivió en las redes sociales durante el mes de julio seguro te trajo muchos recuerdos de tu infancia. La grata sorpresa de ver abajo del árbol de navidad un regalo rectangular, sentir el olor a nuevo al abrir la caja mitad fucsia y mitad transparente, girar los precintos de alambre que sujetaban las manos y pies en punta. Cortarle el pelo a las muñecas heredadas y hacerlas pasar por “el novio” -el novio de una Barbie era otra Barbie, digámoslo-. Esperar ansiosas la llegada de algún accesorio como la casa, el auto, muebles, ropa o una colección de zapatos diminutos y altos.
La nueva película de Mattel que tiene como protagonista a este clásico de los juguetes para niñas -sí, así de sexista- decidió darle un giro a la visión y el rol que las Barbies tuvieron desde la segunda mitad del siglo pasado, para convertirlas en un trampolín directo a repensar la sociedad desigual en la que vivimos desde aquellos años hasta hoy.
Con Margot Robbie como protagonista representando a la Barbie estereotipada, acompañada de Ryan Gosling como Ken y bajo la dirección de Greta Gerwig, el film obligó de forma inesperada a todos y todas quienes estaban sentados en sus butacas frente a la gran pantalla a pasar dos horas entre risas enmascaradas de crítica feminista.
La peli
Este es el momento donde se enciende la alerta spoiler. Si aún no la viste, lejos está la idea de que no lo hagas. Quizás, el recorrido por estas líneas te invite a ver el film, pero desde otro lugar.
La peli comienza en Barbieland, el mundo soñado de estas muñecas donde todos los días son perfectos, y “todas las noches son noches de chicas”. Es como si las muñecas estuvieran viviendo en un loop, donde la rutina repetida una y otra vez deja el mismo sabor que la película de Peter Weir llamada “The Truman´s Show”, salvando las distancias.
En este mundo total pink, que se construye como una especie de dimensión paralela a la que se ingresa y egresa del mundo real -Los Ángeles- a través de un camino que funciona a modo de portal, las Barbies de todo tipo de ediciones son las líderes y trabajadoras, políticas y científicas, profesionales y empresarias, hasta obreras de la construcción. Allí los Ken y Allan -una edición masculina discontinuada con la que la comedia juega mucho- son roles secundarios y de adorno.
En nudo de la trama comienza cuando, una mañana como todas las demás, Barbie estereotipada comienza a tener algunos pensamientos ligados con el miedo a la muerte, algo extraño para una muñeca. Sus pies en punta se aplanan y la celulitis comienza a asomarse por sus largas y flacas piernas. Entonces, tras comentarle lo sucedido a las otras Barbies, decide visitar a la “Barbie rarita”, una muñeca cuya dueña le cortó el pelo, pintó su cara con colores y tiene la posta con respecto a la conexión de los dos mundos, portagonizada por Kate McKinnon.
Esta singular Barbie le explica a la estereotipada que esos extraños pensamientos y cambios corporales no le pertenecen a ella sino a su dueña en Los Ángeles, y que tiene dos opciones: continuar en el mundo de fantasías pero viéndolo derrumbarse o ir al verdadero y hablar con su dueña, para poder repararse a ella y a Barbieland. Así, cual Mofeo en Matrix con las píldoras azul o roja, la Barbie rarita le da de elegir dos zapatos distintos, el de tacos o una chancleta.
Tras una fiesta de despedida, Barbie se sube a su auto para cruzar el portal hacia el mundo real. Ya de camino a Los Ángeles, la protagonista descubre que Ken la está acompañando.
Cruzar el portal para Barbie es, en primera instancia, chocante, porque se encuentra con un mundo hostil con las mujeres, que la juzga por su vestimenta, donde los espacios del hacer y el poder no está reservado para las mujeres, muy diferente a su dimensión.
Pero lo que es sorpresa y angustia para ella, genera un efecto contrario en Ken, que encuentra genial e hilarante su nuevo descubrimiento: “el patriarcado”. Así, mientras Barbie busca a su dueña para saber qué le sucede, Ken lee libros sobre la dominación de los cuerpos feminizados, habla con otros hombres del mundo real y luego vuelve a Barbieland solo, para hacer su revolución machista, robándoles el poder, el ánimo, los deseos y hasta las convicciones que las Barbies tenían e imponiéndose como rey en Kenland.
Barbie estereotipada escapa de los empresarios de Mattel que la estaban buscando junto con su dueña -una adulta que jugaba de chica con ella- y su hija. Y, mientras les contaba lo diferente que era Barbielando de la realidad, se deprime por completo cuando ve el desastre que Ken generó. Pero lejos de rendirse, su dueña Gloria -encarnada en la actriz América Ferrera- la ayuda para que, gracias a un discurso feminista muy convincente sobre las presiones que las mujeres del mundo real viven a diario, estas muñecas obnubiladas por las mentiras machistas despierten de esa pesadilla y vuelvan a tomar el poder. Todas juntas, trabajando en equipo, traman un plan que sale a la perfección.
La peli culmina con Ruth Handler, la creadora de la muñeca, dentro de su dimensión de fantasía tomada de las manos con Barbie estereotipada, aquella que tras todas esas vivencias no puede volver a ser la de antes. Al igual que la Barbie rarita, la señora le ofrece a Margot la posibilidad de convertirse en una mujer de verdad, si es lo que desea, pero entendiendo que la realidad es hostil para con las mujeres. “Vos sos la única que podés decidir qué hacer con tu vida” le dice Ruth, poniéndola otra vez en la misma elección y animándola a ser artífice de su existencia ¿Qué pastilla creés que eligió Barbie?
De rosa
Ya a comienzos de julio las redes sociales y la TV se pintó de un color, fucsia, el típico de estas muñecas. Filtros de Instagram, audios en Tik Tok, todo hacía notar que se acercaba uno de los estrenos más importantes del año.
Pero, como el caballo de Troya, la película invitaba a a diversión sin esperarse muchos y muchas que el trasfondo y mensaje del film era el de reflexionar sobre el origen de estas muñecas y lo que significaron -antes y hoy- en este mundo patriarcal.
Lo cierto es que esta repercusión previa y todo el marketing puesto al servicio -hasta cajas de muñecas para sacarse fotos antes de ingresar a la sala o la propuesta de ir vestidas de rosa al cine- invitó a las más pequeñas a acercarse a una película que si bien es una comedia que toda la familia puede presenciar -las peripecias de Barbie y las ocurrencias de Ken son muy divertidas-, sólo los más grandes pueden llegar a comprender el mensaje subyacente sobre la igualdad de géneros y el sentido del humor de estos muñecos.
En especial, el público por excelencia al que está dirigida la película es a todas aquellas y aquellos que de pequeños jugaron con Barbies.
Así, aunque la campaña previa al estreno del film mostraba mucha frivolidad, esa estrategia obligó a que muchos escucharan cómo funciona el patriarcado y el daño que causa la masculinidad hegemónica.
La muñeca
Ruth Handler -su apellido es Mosko pero trascendió a la fama con el apellido de su esposo- advirtió en la década de 1950 que su hija, Bárbara, y las amigas no se divertían tanto con las muñecas tipo bebotes, como se las conoce hoy. Es que, para ese entonces, el ideal de mujer-madre estaba tan perpetrado que las niñas desde pequeñas debían fantasear y aprender a encarnar ese rol al que “naturalmente” estaban predestinadas.
Entonces Ruth, inspirada en una muñeca alemana llamada “Lili” que se regalaban los adultos en broma, decidió crear Barbie para que su hija, las amigas de su hija y todas las niñas ya no piensen sólo en maternar sino también en modelar, en ser profesionales, en estudiar, en ser independientes. Una verdadera revolución en el mercado, ya que Mattel -la empresa de juguetes de su esposo- explotó a nivel ventas.
La muñeca liberó a las mujeres de la maternidad pero encerró a aquellas que jugaban con ella en un ideal de belleza muy difícil -o imposible- de alcanzar. Tacos todo el día, vestidos entallados que lucían la figura de caderas estrechas, cintura pequeña y pechos pronunciados y firmes, ese ideal propio del “sueño americano” que las Barbies representaron, sellando a fuego en el psiquismo de muchas pequeñas que para ser independientes y exitosas era necesario verse como Barbie.
Además, no fue hasta los años ´80 que Mattel decidió sacar una edición de Barbie afrodescendiente, o con el cabello oscuro, en sillas de ruedas o con un cuerpo más voluptuoso. A la par, salían ediciones y kits donde la muñeca estaba acompañada de otros elementos, como una balanza para el baño que marcaba siempre 50kg, o un libro que se denominaba “Cómo perder peso”, donde adentro decía “NO EAT” -no comer-. O la Barbie que traía una computadora y sólo sabía prenderla, pidiendo la ayuda de sus compañeros varones para ejecutarla.
Aunque sea evidente, varias investigaciones a lo largo de estos años arrojaron como resultado que la mayoría de las niñas que jugaron con estas muñecas son hoy adultas con una autoestima mucho más baja que el resto y problemas con su imagen corporal.
Y la desigualdad de género se hace tan evidente en el proceso de socialización, que aunque los niños jueguen con sus súper héroes preferidos y a éstos muñecos los fabriquen cada vez más anchos, hipertrofiados y hormonizados, a los pequeños no se les exige un estándar corporal similar. Quizás, para triunfar siendo hombre no necesitan verse de una manera determinada, ni perpetuar estándares de belleza irreales para poder encajar en esta sociedad, como sí ocurre con las niñas.
El mensaje
La película, entonces, trasciende esa barrera de “la mujer como objeto decorativo”, para hacer hincapié en cuestiones mucho más profundas, relacionadas con las exigencias que esta sociedad le hace a las mujeres.
El personaje de Gloria, en esta maratónica tarea de despertar a las Barbies de los engaños de los Ken, deja en evidencia esta idea en su discurso:
Tienes que ser delgada, pero no demasiado delgada. Y nunca puedes decir que quieres ser delgada. Tienes que decir que quieres estar sana, pero también tienes que estar delgada. Tienes que tener dinero, pero no puedes pedir dinero porque eso es grosero. Tienes que ser una jefe, pero no puedes ser mala. Tienes que liderar, pero no puedes aplastar las ideas de otras personas. Se supone que te encanta ser madre, pero no hables de tus hijos todo el maldito tiempo. Tienes que ser una mujer de carrera, pero también estar siempre pendiente de otras personas. Tienes que responder por el mal comportamiento de los hombres, que es una locura, pero si lo señalas, te acusan de quejarte. Se supone que debes mantenerte bonita para los hombres, pero no tanto como para tentarlos demasiado o amenazar a otras mujeres porque se supone que eres parte de la hermandad. Pero siempre destaca y siempre sé agradecida. Pero nunca olvides que el sistema está amañado. Así que encuentra una manera de reconocer eso, pero también sé siempre agradecida. Nunca hay que envejecer, nunca ser grosera, nunca presumir, nunca ser egoísta, nunca caer, nunca fallar, nunca mostrar miedo, nunca salirse de la raya. ¡Es muy dificil! ¡Es demasiado contradictorio y nadie te da una medalla o dice gracias! Y resulta que, de hecho, no solo lo estás haciendo todo mal, sino que además todo es culpa tuya.
Sí, la realidad asfixia incluso hasta a la Barbie estereotípica, aquella mujer perfectamente construida a medida para este sistema, aquella muñeca que no debe salirse de la norma. Y, claro, esto engendra angustia, miedo, todos esos sentimientos que irrumpen a la Barbie al inicio de la película.
Si bien el personaje de la muñeca Barbie no es feminista -es decir, nunca se autoproclama de esta forma- demuestra que además de bella es muy inteligente y perspicaz, cualidades que se consideran contrapuestas en nuestra cultura, menos aún si esa mujer es rubia. Sin embargo, la lucha que encarnan las mujeres dentro de Barbieland y las voces que resuenan sí engendran una porción muy pequeña del movimiento feminista global direccionado a la desigualdad de oportunidades y a la importancia de la acción colectiva como respuesta y lucha para modificar la realidad.
Esta muñeca, que de cierta forma rompió los cannones de la época relacionados con los juguetes para niñas, hizo cosas que no se esperaban para su género en el siglo anterior, como lanzar una edición de Barbie astronauta, o científica, incluso hasta la Barbie presidenta. E hizo posible que muchas niñas de ayer -adultas de hoy- puedan fantasear con algo más que tener un bebé entre sus brazos cuando crezcan.
La película de Barbie reivindica a esas niñas, las que hoy sufren con los cambios de su cuerpo adulto en una sociedad que les impone ser flacas, esbeltas y jóvenes siempre. Y también contribuye a pensar en nuevas masculinidades, menos tóxicas -para no decir violentas- que no construyan su identidad a partir de pisotear al resto, sino con el resto.