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Lo que hay que conocer sobre el herpes zóster

Por Dra. Milena Celotti, dermatóloga. M.P. 8524

El herpes zóster, conocido vulgarmente como “culebrilla”, es una enfermedad causada por el virus varicela-zóster, el mismo que causa la varicela.

Cuando una persona contrae varicela en algún momento de su vida, el virus varicela- zóster queda inactivo en el cuerpo, pudiendo llegar a reactivarse muchos años después como herpes zóster

Esta enfermedad comienza con picazón, dolor o ardor en la zona afectada. Luego de dos o tres días, aparece un enrojecimiento en la piel junto con pequeñas ampollas (vesículas) dolorosas, que siguen una línea en el cuerpo, como si fueran una “culebra”. Estos síntomas pueden prolongarse entre dos y cuatro semanas.

Los pacientes con herpes zóster pueden transmitir la infección por medio de virus en las lesiones. Este contagio desencadenará varicela en la persona que aún no la haya tenido o que no esté vacunada. Posteriormente el virus queda inactivo en el cuerpo y puede reactivarse desencadenando herpes zóster. Por este motivo, las personas que padecen esta enfermedad, deben evitar el contacto con niños pequeños y mujeres embarazadas.

La enfermedad es más frecuente en mayores de 50 años y en personas que tienen su sistema inmune comprometido, ya sea por una enfermedad o por el uso de medicamentos.

Diagnóstico y tratamiento

Usualmente el diagnóstico es clínico. Sin embargo, en algunas ocasiones puede ser difícil de diferenciar del herpes simple y en esos casos específicos, lo podemos confirmar mediante un análisis virológico de las lesiones. Asimismo, el tratamiento no debería dilatarse hasta la confirmación de los resultados.

Una de las complicaciones que más nos preocupa a los profesionales de la salud, es la neuralgia postherpética, que provoca dolor de origen neuropático en el sitio afectado, pudiendo ocasionar discapacidad en el paciente y disminuir la calidad de vida, ya que puede ser prolongado y debilitante.

La especialista, Dra. Milena Celotti

Los tratamientos van dirigidos a disminuir los síntomas y prevenir complicaciones. Para ello contamos con antivirales, en primer lugar. Los medicamentos antivirales, como el aciclovir, valaciclovir y famciclovir, son eficaces para reducir la duración y la gravedad de los síntomas. Son más efectivos cuando se toman en las primeras 72 horas desde la aparición de la erupción.

También se utilizan en el tratamiento analgésicos. El dolor es un síntoma común del herpes zóster. Los analgésicos de venta libre o recetados pueden ayudar a aliviar el malestar.

No olvidar la importancia de cuidar la piel, manteniéndola limpia y seca para prevenir infecciones secundarias. Evitar rascarse las ampollas ayuda a prevenir la propagación del virus y a reducir el riesgo de cicatrices.

Para algunos pacientes, se recomienda además el tratamiento de la neuralgia postherpética. Si el dolor persiste después de que las vesículas se hayan curado, existen diferentes opciones de tratamiento, como medicamentos para el dolor, antidepresivos, anticonvulsivos y terapias físicas

La vacuna recombinante de herpes zóster (Shingrix) aprobada por la FDA, ha demostrado ser altamente efectiva en la prevención del herpes zóster y sus complicaciones, principalmente la neuralgia postherpética.

La recomendación actual de la Sociedad Argentina de Infectología es vacunar a personas mayores de 50 años de edad o que tengan compromiso de su sistema inmune.

Es importante remarcar que si una persona experimenta una erupción en la piel de pequeñas ampollas dolorosas debe acudir a la atención médica. Un dermatólogo o médico de atención primaria podrá proporcionarle el diagnóstico y tratamiento adecuado para aliviar los síntomas y prevenir complicaciones.

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