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Violencia institucional y criminalización de la pobreza como eje de debate social

En un salón colmado de jóvenes, se realizó otro encuentro del ciclo “40 años de democracia” organizado por la Asociación de DDHH

Por Quique De María

El martes 24 de octubre se llevó a cabo una nueva entrega del ciclo de conferencias “40 años de democracia” organizado por la Asociación de DDHH de la ciudad. Tuvo lugar en la Biblioteca Popular Pablo Pizzurno bajo la consigna: “a la memoria de Kelo Moreno” (referente fallecido de la organización). Los disertantes fueron Guillermo Juan Campana, abogado, y Facundo Peralta. Ambos, militantes de la organización “Causa” y de la Liga de los Pueblos Libres (espacio de militancia territorial que pertenece al Frente Social y Popular liderado por Carlos Del Frade).

Decir y escuchar

El evento, comenzó con una conferencia centrada en la línea de tiempo que tuvo como punto de partida la crisis de 2001 hasta nuestros días. Sin embargo, la participación de los alumnos, a través de las preguntas, no se hizo esperar.

Guillermo y Facundo, comenzaron su exposición con los orígenes de sus respectivas militancias, las que fueron motivadas por la movilización popular que comenzó a ganar cuerpo en los últimos meses del gobierno de Fernando de la Rúa, cuyo colofón fue la represión estatal en su salida anticipada. No obstante, pusieron especial énfasis en todo el proceso de construcción que se generó al compás de los diferentes reclamos provocados por la gran diversidad de derechos avasallados. Cabe destacar que otro de los ejes propuestos fue la explicación de los derechos que hay que conocer en caso de ser víctima de violencia policial. Este fue el momento que más preguntas disparó.

No es novedad para El Impreso del Oeste que en este tipo de encuentros haya una juventud motivada que participa activamente y de manera genuina.

A pesar de que los protagonistas contaban su experiencia rosarina, con todas las diferencias de aquella cotidianidad respecto de la cañadense, se hacía palpable que el público local comprendía y lograba, a su vez, encontrar los rasgos comunes de la materia.

Un concepto que apareció con fuerza durante el relato es el de la solidaridad como elemento indispensable para la construcción colectiva.

Sobre los visitantes (Facundo)

Militan desde hace 2 décadas. Todo surgió a partir de poder ver a la sociedad movilizada por la necesidad de reconquistar sus derechos atropellados. Aunque vivieron los saqueos como testigos, eso los conmovería y determinaría su posterior activismo.

El Impreso les propuso que relataran sus vivencias durante aquellos gravosos meses y esto expresó Facundo: “tenía 20 años, no venía de la militancia, ahí empezó un poco todo. Me acuerdo que habían declarado el estado de sitio y yo me había escapado de casa porque mi vieja no quería que salga. Tenía una motito y me fui hasta el monumento, después estuve al costado de un saqueo a un supermercado”. A posteriori, acotaría que se trataba del súpermercado de Pascual, el abuelo de Antonela Roccuzzo, la esposa de Messi (hace poco el frente de ese negocio recibió una balacera y una amenaza).

Por otra parte aclaró que no hubo muertos por la represión dentro de su entorno. Que luego sí conocería la historia de Pocho Lepratti y otros a partir de su militancia.

Este periódico le propuso que hiciera una síntesis de la construcción en Villa Banana (ambos vivieron toda la vida en Barrio Bella Vista, en cuyo territorio se ubica mencionado asentamiento histórico). “Hicimos la casita, una biblioteca, un club, una escuela. Comenzamos a construir la casita en 2006, de ahí surgió la Biblioteca Popular Banateca, eso fue en 2009 o 2010, en 2014 comenzamos a trabajar en el proyecto del club y en 2020, en plena pandemia, comenzamos a construir la escuela y ya la terminamos”.

Sobre los visitantes (Guillermo)

El Impreso quiso saber: “¿Guillermo, tenías algún tipo de militancia en 2001?”. “No. Habíamos terminado 5to. Año, estaba cursando en primer año de la facultad y lo vivimos como se vivía desde el entorno estudiantil y también el barrial. En los barrios populares siempre hay un supermercado cerca, fueron momentos de mucha ebullición, con la gente en la calle. Yo no era de los que salió a reclamar, mi vivencia fue la de sentir que el pueblo se estaba movilizando, que pedía un cambio y eso despertó en mí una sensibilidad política, la que te impulsa a involucrarte, a hacer algo”. 

En cuanto a la motivación que los llevó a movilizarse, aseveró que “nosotros fuimos a la escuela pública y teníamos amigos que vivían en los barrios populares y la estaban pasando mal, no tenían nada para comer. Nosotros teníamos la fortuna que nuestros viejos habían podido sostener su trabajo y nos habían podido mandar a la facultad, pero veíamos que había gente que la estaba pasando realmente muy mal”. 

Nos comentó cómo la sociedad fue advirtiendo la embestida del neoliberalismo, y que la gente iba percatándose de que los diferentes problemas eran producto de lo mismo: los ahorros confiscados, la pérdida de empleo, la represión, etc.

Afirmó que 2001 generó diferentes modos de participación: las asambleas barriales, los ahorristas autoorganizados, los movimientos sociales.

“Surgió la posibilidad de empezar a ir a un comedor a colaborar y a partir de ahí nos presentamos y preguntamos: qué necesitan acá. La respuesta fue: necesitamos que los chicos hagan la tarea, que sigan yendo a la escuela, y así fue que constituimos la organización Causa, en un principio con ese perfil de trabajo comunitario, desprovisto o alejado de lo que eran las formas de participación política tradicionales de los partidos que en esa época estaban precisamente en crisis”.

Consulta al abogado

Desde este periódico apelamos a su profesión de abogado para que amplíe un poco lo que había compartido con el auditorio en materia de represión y criminalización de la pobreza. Aseguró que, a pesar de que a la salida de 2001 el sistema generó sus propios antídotos ante aquellas manifestaciones de democracia directa, que fue relegitimando las instituciones e impulsando un cauce normalizador, aquellas experiencias quedaron en la memoria colectiva.

“Es común ver que, ni bien hay un problema, automáticamente se organiza un grupo y sale a reclamar con algún corte de calle, con alguna movida. Creo que eso ha quedado instalado”, aseguró. Y, ante la consulta de la represión de la protesta, observó que “depende quién está reclamando. El problema no es el método, sino quién lo utiliza, porque cuando cortaban las rutas con las camionetas… El problema es cuando el protagonismo popular sobrepasa las instituciones o los límites que el propio sistema quiere imponer, ahí entra a jugar la represión desde el estado”.

Una década para un cambio profundo

A propósito de la mirada de cómo mutaron las características de la violencia institucional, Guillermo Campana expresó que “nosotros hemos notado que ahora se da más entre civiles que entre la policía y estos. Hace diez años aproximadamente, entre 2010 y 2012 hubo como un desbocamiento de la policía, creo yo, por la pérdida del territorio. Estaban perdiendo el control del territorio y ahí sí había un despliegue, había razias donde agarraban a 4 o 5 pibes y se los llevaban. No es que eso ha dejado de existir, pero pasa más en los lugares céntricos”.

Los motivos de esta forma de operar, según Campana, es “porque se trata de instalar una frontera invisible y que los pibes no la traspasen, porque son vistos como extraños por más que estén en su propia ciudad. Ahí sí se produce una mayor cantidad de detenciones. Pero el hecho de que con mucha lucha hayamos logrado que no haya más detenidos en comisarías, ha diezmado ese poder de la policía”. Sin embargo, afirmó rotundamente que el punitivismo creció mucho en nuestra sociedad.

Al finalizar la jornada, los alumnos preguntaron, opinaron, escucharon a los expositores y también cada intervención de algún compañero o compañera. Cuando concluyó la actividad se retiraron con serenidad, sin la desesperación típica de las instancias en las que se han aburrido.

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