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El nacimiento de una leyenda

El 9 de enero cumpliría 114 años la filósofa, profesora y escritora de Simone de Beauvoir, ícono del feminismo que tuvo pensamientos de avanzada con relación a la sexualidad y al rol de la mujer en las sociedades modernas

Por Manu Abuela

Simone Lucie Ernestine Marie Bertrand de Beauvoir nació en París en 1908, en el seno de una familia burguesa católica. Pero en 1926 abandonó su hogar para estudiar en la Universidad de París, también conocida como La Sorbona, donde se destacó entre los alumnos de filosofía, alcanzando uno de los mejores promedios.

Se graduó en 1943 y su carrera fue en ascenso. Participó de los debates ideológicos de su época, asumiendo un papel comprometido, siendo opositora a la derecha francesa y a todo aquello que se relacione con la opresión de las mujeres. Se dedicó a la docencia en los liceos de Marsella, Ruan y París.

Escribió varias sobras literarias, siendo la primer novela “La invitada” (1943). En cada una de sus obras, desde la óptica existencialista (corriente filosófica de la que era parte), incorporó temas como la libertad y el compromiso. También fue fundadora junto a su compañero de vida Jean Paul Sartre y Albert Camus de la revista “Tiempos Modernos”, la cual se convirtió en un referente político y cultural del pensamiento francés del momento.

Poliamor

Simone conoció a su compañero de vida, Jean Paul Sartre, mientras realizaba su tesis en la universidad en el año 1929. Así, entablaron una relación que se prolongó hasta la muerte del filósofo en 1980.

Al poco tiempo de estar juntos, Sartre le pidió matrimonio, propuesta que rechazó sin dudarlo: “No pensé en rechazar esa propuesta ni un segundo. El matrimonio multiplica por dos las obligaciones familiares y sociales. Sólo podía encontrar libertad en mi cabeza y en mi corazón”, contó años más tarde en su libro “La fuerza de las cosas” (1963).

Así, entablaron una relación amorosa poco convencional para la época. Nunca vivieron bajo el mismo techo, tampoco tuvieron hijos y acordaron tener otras relaciones. Así, basándose en la idea existencialista de la libertad, vivieron un amor intenso pero manteniendo romances variados o, como ellos los llamaban, “amores contingentes”. Por eso, otra persona con la que Beauvoir mantuvo un vínculo de pasión y cariño fue el escritor estadounidense Nelson Algren.

El segundo sexo

Sin dudas, el libro “El segundo sexo” (1949) fue el escrito feminista que revolucionó el debate sobre el papel de la mujer en la sociedad moderna, convirtiéndose en uno de los ensayos más importantes del siglo pasado.

En esta obra, Simone abordó de manera histórica la condición social de las mujeres, estudiando las características de la opresión masculina. Explicó que, al quedar relegada del proceso de producción -trabajo- y sola estar a cargo de las cuestiones que se relacionan con lo doméstico y lo reproductivo -como el cuidado de los hijos, la limpieza de la casa, la cocina, entre otras actividades del hogar-, la mujer perdió todos sus vínculos sociales y, con ellos, la posibilidad de ser libre.

Además, echó por tierra algunos mitos que giraban en torno a lo femenino y dejó en evidencia que no son las condiciones “naturales” las que relegan a las mujeres al espacio privado de la casa, sino la cultura en la que estamos inmersos, de corte patriarcal por supuesto. En la cita más conocida de su ensayo evidencia esta idea:

“No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico, económico, define la imagen que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana”

El aborto

Simone fue una luchadora incansable de los derechos de la mujer y, entre ellos, de la despenalización del aborto. De hecho, en su obra emblema también habla de este tema, expresando: “El control de la natalidad y el aborto legal permitirían a la mujer asumir libremente sus maternidades”.

Fue una de las redactoras y firmantes del “Manifiesto de las 343”, una declaración publicada el 5 de abril de 1971 en la revista “Le Nouvel Observateur”, donde mujeres intelectuales y famosas de Francia afirmaron haberse practicado un aborto y se oponían a la clandestinidad en que fueron arrojadas a hacerlo, con la peligrosidad que esto conlleva. Uno de sus pasajes expresaba:

“Un millón de mujeres abortan cada año en Francia. Ellas lo hacen en condiciones peligrosas debido a la clandestinidad a la que son condenadas cuando esta operación, practicada bajo control médico, es una de las más simples. Se sume en el silencio a estos millones de mujeres. Yo declaro que soy una de ellas. Declaro haber abortado. Al igual que reclamamos el libre acceso a los medios anticonceptivos, reclamamos el aborto libre”

Este acto exponía a estas mujeres que firmaban, entre ellas Beauvoir, ya que era ilegal esta práctica, teniendo una condena que podía incluir la prisión.

En este acto de valentía, Simone y esas otras 342 mujeres ponían en el tapete un tema incómodo pero necesario. Esto llevó a que entre diciembre de 1974 y enero de 1975 se sancionara la ley Veil de despenalización del aborto en Francia. Otra batalla ganada para esta guerrera de violeta y verde.

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