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Las ruinas del viejo hotel Melincué resisten estoicamente al paso del tiempo

Construido en la década de 1930 sigue apenas en pie tras soportar las brutales crecidas de la laguna entre otros factores climáticos adversos

Por Carlos Walter Barbarich

Apenas algunas paredes sostienen al viejo hotel de Melincué. Soportó estoicamente varias inundaciones desde su construcción allá por el lejano año 1933.

Hoy sólo quedan retazos de la vieja estructura, y gloriosa por cierto, que fue motivo de orgullo de los santafesinos.

Milagrosamente sigue en pie, aunque claro está, diezmada desde cada padecimiento climatológico en sus últimos noventa años de vida. Desde brutales crecidas hasta sequías duras como la del año pasado en dónde la laguna, que llegó a tener más de 30 mil hectáreas, estuvo en las 3 mil de hace un par de meses.

La información oficial sostiene que la historia del hotel comienza en 1933, cuando los empresarios Bartolomé Tersano y Arístides Maghenzani, decidieron invertir en la localidad de Melincué, y construyen, en una de las seis islas naturales que poseía la laguna homónima, un complejo hotelero de jerarquía, según los parámetros de la época.

En el momento de su apertura era el único complejo turístico de la zona.

Para llegar a la isla donde fue levantado el hotel, se construyó una pasarela de 1.500 m construida con palos de quebracho.

La intención de los dueños era la de explotar las prácticas de baños termales, eoloterapia, aguas mineromedicinales, helioterapia, aislamiento, lejanía de los centros urbanos, reposo, balneoterapia y fangoterapia, tan populares en esa época.

El hotel poseía 34 habitaciones exclusivas y una serie de comodidades que le sumaban categoría: tenía un comedor con orquesta, playa con casillas de madera, estación de servicio, usina eléctrica propia, muebles de origen italiano, piano de cola para animar las veladas, pista de bowling y hasta llegó a tener, años más tarde, una pista de aterrizaj

Historiador local

El historiador y documentalista aficionado local, Armando Senese, relató los pormenores de la vieja construcción del hotel y su presente; cada vez más triste habida cuenta que año tras años la vieja estructura viene perdiendo la espectacularidad que supo tener durante décadas.

El viejo hotel de Melincué viene sufriendo pérdidas en su construcción que comenzaron con la primera inundación fuerte de la década del 70 ¿Qué recuerdos vienen a tu memoria?

Inundación tras inundación y año tras año los factores climáticos vienen destruyendo, desgajando la construcción del Hotel Balneario de Melincue, (inicio de obra en 1932).

Ello sin cesar y a pesar de que en momentos de sequía se ha intentado por algunas autoridades comunales, al menos remover los trozos de mampostería regados por todo el sector para dar un aspecto mas prolijo o bien recomponiendo el antiguo camino de tablas para acceder al predio y principalmente en período estival.

A pesar del tiempo transcurrido conserva su estructura pero año tras año va perdiendo su originalidad. ¿Se pudo haber hecho algo para evitarlo o es inexorable y como consecuencia de haber estado años bajo agua?

Con el transcurso del tiempo conserva su buena base antisísmica. Viejos conocedores relatan que para hacer los cimientos se cavó a pala y pico en forma escalonada copiando la parte dura (tosca llamada piedra) y es lo que todavía sostiene parte de la mampostería que por paso del tiempo, las lluvias, el viento va cediendo paulatinamente.

Poder haber hecho algo para evitarlo fue y va de la mano de ejercer control sobre el agua de la laguna en sentido de que no existen obras que aseguren tener una cota fija cuando ingrese mas cantidad de agua que lo normal.

Un ejemplo de 2024 fue que llovió 90 mm en enero, 115 mm en febrero y 265 mm en los primeros quince días de marzo superando los cincuenta centímetros la cota que ostentaba con la sequia extraordinaria (cuando hablábamos de unas 3.000 hectáreas durante fin de diciembre de 2023 /enero 2024). Entonces si continuaba lloviendo de esa forma. ¿Dónde terminaba el agua?.

Tengamos en cuenta que ingresa agua de unos 45.000/50.000 hectáreas a la redonda cuando las precipitaciones cubren la región como en estas últimas. De esa manera seguramente se podría haber reconstruido el tan añorado turismo que todavía algunos sueñan.

¿Qué habría que hacer con lo poco de estructura que queda en pie?

Sinceramente a titulo personal por ahora solamente intervendría para eliminar todos los posibles peligros para la vida que existen ahí en ese lugar ya que la gente no respeta, no escucha y se los suele ver montados sobre paredes altas recorriendo el interior sin medir las consecuencias.

Por último, ¿que opinás de todo lo que sucede en torno al viejo y glorioso hotel balneario de Melincué?

Mientras algunos opinan, hablan, son ingenieros desde la mesa de un café y los nostálgicos recuerdan el pasado glorioso, la época dorada y la cantidad de dinero que entraba a las arcas comunales (y a algunos bolsillos privados) otros sabemos que ni pisan la laguna.

El común de los pobladores, diría la mayoría de los actuales no conoce y tampoco tiene interés en la cuestión lagunar, y sólo cuando estuvimos inmersos en esa catastrófica inundación de 2017 con la soga al cuello salieron a interesarse. Después no hay nada que indique lo contrario.

El último mozo de la laguna

Carlos Pellegrini, el último mozo de una de las cantinas cercanas al hotel, conoció la gloria y la popularidad de la laguna. En lo años ’70 disputaba terreno turístico con la propia Mar del Plata o las sierras cordobesas.

“Venían miles de turistas de todo el país y yo atendía una cantina cercana al viejo hotel y diariamente llegamos a vender más de mil litros de sangría por día”, relató. La sangría evidentemente era la bebida de moda de esos años.

Pellegrini relató que “las cantinas eran muy conocidas también y muy visitadas, sobre todo por tener precios más populares”.

La cantina donde estaba Carlos Pellegrini fue licitada a finales de la década de 1950 y por un año. “Todos los años teníamos que presentarnos a la licitación”, contó el mozo, quien aseguró que durante varios años ganaron consecutivamente los llamados.

“Acá venía gente de todos lados. Era realmente impresionante. Los años que yo recuerdo como los mejores son los que sucedieron en gran parte de la década de 1960 y parte de 1970 ya que en el año 1975 vino una gran inundación que se llevó puesto todo”, recordó Carlos.

Fuente: diario La Capital

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