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De la jaula a la pecera: el Pádel se reinventa y el boom llegó al oeste

Con una época de esplendor durante la década del ‘90, el deporte del 20 x 10 renovó las canchas y encontró un reavivamiento inesperado. Ahora, el resurgir tuvo rebote en el oeste de la provincia.

Por Rodrigo Chavez Lagraba

Las canchas de cemento, con frontón y rejas, fueron en el nuevo milenio el testimonio vivo del ocaso de un deporte que había generado una oleada de aficionados en el país. Es que, una vez entrados a los 2000, el público pareció dejar de lado una práctica deportiva que podía ser riesgosa para la salud, propiciando lesiones ante el rebote del cuerpo en las paredes y el desgaste de las articulaciones al correr sobre pista de cemento.

Por eso, poco a poco los clubes dejaron de destinar fondos para conservar las canchas y los privados cortaron el financiamiento para el mantenimiento de los complejos y, en muchísimos casos, vendieron o reutilizaron los inmuebles con otros fines. Hay, todavía, canchas abandonadas en poblaciones pequeñas de nuestra provincia y, en las grandes ciudades, estacionamientos y supermercados que crecieron sobre el suelo donde antes rebotaban las pelotas amarillas.

Pero en los últimos años la región es testigo de un resurgir silencioso de la práctica. De manera inusitada, se multiplican a lo largo y ancho del país las canchas y los jugadores de pádel. Mientras que las asociaciones que regulan la práctica profesional del deporte se vigorizan y piden pista en el plano internacional.

La llegada del Premier Pádel Tour a la ciudad de Mendoza este año, es prueba de lo antedicho. En agosto, una multitud se acercó al Aconcagua Arena desde diferentes puntos del país para poder ver a las mejores palas del mundo. 

Ante esta realidad, las autoridades de la Asociación de Pádel Argentino (APA) reconocen estar ante una nueva oportunidad de construir un mejor futuro para este deporte, teniendo en cuenta proyectos a largo plazo. Pero ¿Qué pasa en la región?

Pandemia

El resurgir del pádel coincide con el inicio de la cuarentena derivada del Sars-Cov 2. En ese marco, fueron varios los entusiastas que se volcaron a incursionar en este deporte. Sin embargo, tanto en el plano nacional como en el regional, el nuevo boom está acompañado de una renovación en la infraestructura. El frontón, el enrejado y el piso de cemento fue reemplazado por césped sintético y paredes de blindex que permiten una visión °360.

En San Jorge, una de las ciudades más pobladas del departamento San Martín, esta nueva era de la disciplina hizo que los privados invirtieran en canchas de primer nivel y  que uno de los clubes más importantes de la ciudad reavivara el interés por el juego.

“Nosotros teníamos las viejas canchas de ladrillo y cemento. En la ciudad ya no quedan más, pero en el club las mantuvieron”, dijo Gabriel Rossetti, miembro de la subcomisión de Pádel del Club La Emilia de San Jorge. El aficionado, explicó a El Impreso del Oeste cómo se reutilizaron las antiguas instalaciones durante este año, comentado que “se hizo una reforma del piso de las dos canchas que había, agregándole alfombra. Después se agregó otra cancha más de blindex, como las que hoy se utilizan en todos lados”.

Para Rossetti, la motivación de la gente por el pádel tiene un doble origen: por un lado, las nuevas canchas de blindex, algo que “en el tema marketing es mucho mejor, porque son más lindas y se ve de todos lados” y, por otro lado “hay una movida muy grande con el pádel que viene desde Europa como el World Pádel Tour”.

Actualmente, La Emilia no integra ninguna asociación de Pádel pero ofrece a sus socios las instalaciones para la práctica del deporte. Además, cuenta con un profesor que imparte clases a quienes tengan intenciones de perfeccionar la técnica de juego.

Una apuesta

Las canchas del Club Atlético Sastre fueron, durante los noventa, el escenario de extensas jornadas de juego lúdico. Por aquella época, había que reservar las plazas con tiempo para no quedarse sin lugar donde jugar. A eso, como ya se dijo, le siguió un abandono de la infraestructura que fue proporcional al desinterés de la población por este juego. Eso se vio reflejado en el estado de las dos canchas que existían, una de las cuales fue reutilizada como bicicletero para afiliados. Ahora, no sólo el club refaccionó la única cancha que quedaba, sino que se sumó otro entusiasta al ruedo.

Hernán Amadío está vinculado públicamente al básquet por haber jugado por muchos años en la primera de Atlético Sastre. Sin embargo, hoy acompaña el crecimiento de otro deporte, siendo el propietario de un complejo de dos canchas de pádel que crece a paso firme.

“Empecé con una cancha en octubre del año pasado, pero una era poco y el terreno me daba para hacer otra y la hice en marzo”, comentó a este medio Amadío. En este corto tiempo, no solo los jugadores se multiplicaron sino que también se unió a la asociación regional de pádel. “Yo no sabía que había una asociación- confesó-. La verdad que me sorprendió porque está muy bien organizado por categorías y cada 15 días hacemos torneo y a final de año un máster con los 16 mejores rankeados de cada categoría. Además, cuando no hay fecha de la asociación, organizo torneos por mi cuenta”, comentó.

Según Amadío, en cada torneo participan, al menos, 35 parejas que disputan sus encuentros los días viernes, sábados y domingo, con una buena asistencia de espectadores. Por otra parte, en el espacio se dictan clases y cuentan con casi 60 alumnos.

Sobre esta nueva realidad, Amadío opina que las canchas de cemento “no se si es mito o realidad, te arruinan las rodillas. Ahora, con una alfombra sintética te ayuda un montón y podés mirar el partido, porque tenés todo blindex y todas mesas al rededor. Los turnos que terminan se quedan a tomar una cerveza o comer un asado”. Ante la comparación con el alquiler de canchas de fútbol, Amadío señala que “es más fácil juntar cuatro jugadores por whatsapp, en el fútbol tenés que juntar diez”.

Con los números puestos, el buen tino de invertir en canchas de pádel es algo claro. Pero, ante el boom y con una economía nacional riesgosa, ¿Quién se anima a apostar por un deporte que daban por muerto?

“Yo no soy hiperactivo, pero debo estar en el borde”, bromea Amadei. “Esto del boom del pádel a mi me agarró en pandemia, en casa, y preguntándome ‘qué hago’. Después fui a comer un asado con amigos de básquet a San Jorge y escuché que se iba a abrir ahí un complejo con canchas de blindex como se usan en Europa. Por eso empecé a averiguar y hablé con Juan Diego Calcaterra, que me impulsó y me dijo que le diera para adelante, que era lo que se venía”. 

Una idea europea

Juan Diego Calcaterra es profesor de educación física y nació en Sastre, pero su incursión en el mundo de los negocios lo llevó a instalarse en San Genaro, la tierra de sus abuelos. “Hicimos un complejo de pádel desde cero”, cuenta Calcaterra a El Impreso del Oeste. 

Sobre la razón por la que se aventuró a la construcción de las canchas, confesó que “es media rara la historia. Porque yo hice un viaje a Europa con unos amigos y hubo un momento en el que estuve solo y mi hermana habló con un amigo de ella para que pueda visitarlo en San Sebastián, en el País Vasco, al norte de España. Un día, ese amigo me lleva a jugar al pádel y ahí vi por primera vez en mi vida una cancha de blindex y césped. En ese momento, principios del 2020, en Argentina era algo impensado, era algo que no se veía”. 

Posteriormente a esa revelación, Calcaterra se mudó a San Genaro a raíz de una inversión en un rubro no ligado a lo deportivo. Fue en el patio de la casa de sus abuelos donde se materializó lo que había visto en tierras vascas. “Un amigo y mi hermano me ofrecieron hacer negocios a medias, pero yo no quería y no tenía tiempo. Entonces, como tenía dos inversores, mi idea y mi fuerza de trabajo, dije ‘tenemos todo: terreno y un campo nuevo que explorar. Por eso resurgió el pádel acá, porque vimos algo virgen en la zona y decidimos arriesgar para ver qué salía”. 

Por sus canchas pasan aficionados de Diaz, Las Rosas, Centeno, Totoras, Montes de Oca, Cañada de Gómez, María Susana, El Trébol y Salto Grande. También suele ir a jugar el jugador profesional sangenarino Mateo Borda. Además, cuentan con un profesor y alrededor de 35 alumnos, de todas las edades y, entre ellos, casi una decena son mujeres.

Según comenta Calcaterra, “la mayoría de los jugadores de pádel están muy contentos porque la otra cancha de la ciudad quedó antigua. Sobre todo por el impacto que te genera en las rodillas, en las articulaciones”. Sobre las pistas modernas, asegura que, “lo novedoso que tiene, además de tener la visión °360, es el césped sintético que amortigua un poco más porque tiene arena también y, cuando chocás los vidrios, es más blando y tu cuerpo no lo sufre tanto. La paleta y las pelotas tampoco lo sufren tanto. Es un juego diferente”.

En relación al crecimiento de la práctica, conjetura que, al haber muchos argentinos entre los mejores jugadores del mundo, le da otra relevancia en el país y genera que se popularice mucho más. “Esto va creciendo y llama la atención de mucha gente que estaba relegada en otros deportes o limitada por el tema de la edad. Yo creo que es el deporte del futuro, porque llegó con un diseño renovado e incluye a toda la gente, de los más pequeños a los más grandes”, aseguró Calcaterra. 

La entidad que resistió

La Apcos es la Asociación de Pádel del Centro Oeste Santafesino y fue creada en 1993. Es una de las entidades más antiguas de la provincia en materia de pádel y supo resistir los embates que el desinterés por este deporte generó. Desde aquel lejano 1993, muchas de las localidades que formaban parte de la asociación ya no están en ella, pero se han sumado nuevas. Actualmente, Apcos está formado por María Susana, El Trébol, Sastre, Carlos Pellegrini, Cañada Rosquín, Centeno.

Maximiliano “Machi” Striglio es, actualmente, quien preside la entidad. El nacido en María Susana se desempeña, además, como instructor de pádel en su pueblo natal y en la ciudad de San Jorge. 

“En el momento en que el pádel empieza a caer, Apcos también se vino abajo”, contó Striglio a El Impreso del Oeste. “Después, al rededor del año 2008, volvió a resurgir. Se sumaron otros pueblos, como Montes de Oca, pero María Susana siempre estuvo”. Sobre la relación entre los susanenses y el pádel, comenta que “el pueblo siempre fue muy padelero, llegó a haber cinco canchas en la época en que se jugaba. Imaginate, un pueblo de 3500 habitantes con cinco canchas que no paraban de jugar”, enfatizó.

Sobre el presente de la disciplina en la región, Striglio comentó que “hará dos o tres años que noto un crecimiento increíble. Yo manejo canchas y turnos y cada vez hay más gente jugando. Sin ir más lejos, en María Susana están haciendo una cancha de blindex en el club Susanese y dos canchas de blindex privadas”.

En cuanto al segundo aire del deporte en el país, Striglio opina, como la mayoría de los consultados, que “lo que hizo crecer mucho al pádel fueron las diferentes superficies, el blindex y el césped. Más que todo por la parte física. Hoy tenemos muchos adultos y niños, porque el pádel nuevo atrapa a la gente. Tengo alumnos que vienen a jugar y es como que se envician con el deporte”.

Lo que viene

El nuevo boom del pádel parece no terminar de explotar. En argentina, los números relevados el año pasado por la Asociación de Pádel Argentino indican que, de casi 9 mil canchas existentes, solo el 10% tiene alfombra y el 5% ventanas. Por lo tanto, hay un %85 de canchas en funcionamiento que todavía no reformaron la oferta y que corren detrás de la demanda de miles de personas que buscan incursionar en la disciplina.

Por otra parte, las competencias de circuitos internacionales siguen creciendo en atractivo para jugadores y público. Los premios que ofrecen estas organizaciones y los sponsors que acompañan a los competidores son cruciales para que se aceite el ecosistema de un deporte en crecimiento. Mientras que los grandes eventos son vendidos a empresas de televisión y streaming para que, quienes no puedan acudir a los estadios, sigan alimentando la pasión por el juego del 20 x 10. 

Por una cosa o por otra, queda la sensación de que algo más grande queda por verse.

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